miércoles, 26 de agosto de 2009

Palabras (Cuento)

Las cosas deben aguardar su momento con paciencia, no adelantarse. “Cada cosa a su turno” pensó Juanjo, la miró fijamente a los ojos para decirle que había comprendido todo, pero las palabras seguían atascadas, sin salida. Dio media vuelta y salió de esa casa con las manos en los bolsillos. Caminó unas cuadras sin mirar atrás. Las palabras las carga el diablo, creemos que sólo dejamos salir de la boca las que nos convienen y de repente, una distracción, y aparece una que no fue llamada, metiéndose en el medio, entonces la conversación muda su sentido. Eso fue lo que pasó esa noche en la casa de Azul. Todo venía bien, la cena con velitas para dos, el vinito cosecha tardía aflojo los últimos tornillos atentos a sujetar represiones aburridas y, de un segundo para otro, la conversación mudó su sentido y los caminos del placer fueron desandados velozmente, instalándose entre ambos una película vilonta. De un fuerte ademán, Juanjo volcó una copa de vino sobre la meza. Si el clima fuera el anterior, ambos se hubieran reído de la situación y quizás se fundieran en un beso. Ese clima quedó atrás, con él los gestos de cariño y la sonrisa en la cara de Azul se transmutó en llanto, entonces comenzaron los reproches del tipo “Esto ya no es lo que era”, “antes hablábamos más”, “sé tan poco de vos”. Esta última frase llegó directamente al cerebro de Juanjo y armó un cortocircuito tal, que sin darse cuenta, escupió lo que no debía. Confesó eso que no correspondía. Se confesó autor del mensaje delator: “Tu novia sale con un compañero de trabajo, ahora está en el telo de Alsina y San Juan” le había mandado por mensaje de texto a Carlos, el ex de Azul. Los ojos llorosos de ella se apretaron para dejar escurrir las últimas lágrimas y se vistieron de bronca, tal vez de ellos salió el grito envenenado “¿Cómo se te ocurrió hacer eso?” Esa tarde, la del mensajito de texto indiscreto, al salir del Hotel alojamiento, Carlos bajó del auto estacionado en la vereda y los encaró. Juanjo se puso delante de Azul y ese gesto increpó aún más al novio engañado. Sacó su arma reglamentaria y les apuntó. La pareja se arrodilló, quizás creyendo que de esta forma se protegerían de las balas. Entonces sonó un disparo. Todo sucedió muy rápido. Carlos se desplomó sobre Juanjo, tenía la cabeza partida en dos, se había aterrajado un proyectil en plena frente, que luego de atravesarlo se incrustó en el cartel del Hotel, como si éste tuviese la culpa de los sucesos. Azul estaba tendida en el piso, la situación de tensión la había desmayado. Cuando despertó estaba recostada en la camilla de una ambulancia, rodeada de luces titilantes. La tarde había dado paso a la noche y con la calle cortada, el lugar estaba lleno de patrulleros. A Juanjo lo subieron en uno y se lo llevaron a la comisaría, pero luego de declarar quedó en libertad, no había cargos en su contra, estaba claro que Carlos se suicidó con su arma. “Lo mataste vos, entonces” dijo Azul, levantándose de su silla. Juanjo sólo tuvo que realizar un breve movimiento para darle un cachetazo que la sentó nuevamente. La confesión lo había dejado mudo, además, cada palabra que pudiese agregar lo hundiría más en la culpabilidad, ya que, lo que Azul no sabía era que él, presintió el final del encuentro desde que se le había ocurrido escribir el mensaje delator. Por los breves comentarios de Azul se veía que Carlos era un tipo conflictuado, que había sido separado como policía de las calles para hacer tareas de oficina por su falta de temperamento y sus características depresivas. Juanjo habló largo tiempo antes de tomar la decisión con su jefe de Tribunales, un Psiquiatra miembro del Cuerpo Médico Forense “Una persona así no es capaz de soportar una situación de pérdida” “si un tipo así se entera que es cornudo, se mata” dijo el médico, entonces él hizo un par de conexiones en su cabeza y el plan surgió solito, sin esfuerzo. A esta altura de la conversación y con este grado alcohólico de recuerdos, Juanjo respiró hondo y trató de calmar los ánimos “¿Cómo podés pensar algo así de mí? Preguntó, sabiendo la respuesta que intentaba ocultar, y se acercó a ella para abrazarla. Así, en silencio, se quedaron hasta que sonó el timbre de la casa. Era Olga quién llamaba a la puerta, furiosa porque había recibido un mensaje en su celular donde le decían que su novio estaba engañándola hace tiempo y, como frutillita del plato, le daban la dirección y la hora de sus encuentros. La puerta se abrió y la imagen desquiciada de la mentira ganó la escena. Un par de manotazos mal dados, algunos insultos sin sentido. Azul tomó su celular y se encerró en el baño. Desde allí escuchaba los gritos de Olga, algunas cosas que se estrellaban, vidrios rotos y, de pronto, todo en silencio. Las palabras son lo único que tenemos, pero éstos se quedaron sin nada. Se aseguró de que su listas de mensajes enviados esté vacía, dejó pasar un momento y se sintió segura de salir del baño. Ahí estaba él, parado, inmóvil frente al cuerpo de Olga, mirándola fijamente a los ojos. Aún reservaba esa ira que portaba al llegar. Las cosas deben aguardar su momento con paciencia, no adelantarse. “Cada cosa a su turno” pensó Juanjo, la miró fijamente a los ojos para decirle que había comprendido todo, pero las palabras seguían atascadas, sin salida. Dio media vuelta y salió de esa casa con las manos en los bolsillos. Caminó unas cuadras sin mirar atrás.

sábado, 25 de julio de 2009

Flores rojas (relato desesperado)

Alguien, durante unos instantes, había compartido la oscuridad conmigo y, como señal de su presencia, había dejado tras de sí un aroma a flores, que se me ocurren rojas, quizás rosas. Sentí, entonces, el corazón martillándome con fuerza en el oído. Lo extraño fue que ese sonido me era extraño. Pero eran los latidos de mi propio corazón, el que últimamente sufría otro desengaño amoroso. Cuando nos abandonan, resulta durísimo permanecer en el mismo lugar y seguir viviendo solos, entonces, la solución más a mano que se me ocurrió, fue dejar de vivir. Que no se me mal interprete, nunca pensé en el suicidio. Escuché por ahí que esa drástica medida era una solución permanente para problemas momentáneos, así que lo deseché de cuajo. Además, nunca fui tan dramático. Sólo me dejé estar, sin producir ninguna modificación. En aquel pequeño mundo mío no se había producido ninguna innovación. Allí no había modas ni cambios. Ni vanguardias ni retaguardias. Ni progresión ni regresión. Nada crecía, nada moría. Pero al mismo tiempo conservaba un silencio absoluto en mi lugar, nada de música, ni televisión, ni siquiera me dirigía la palabra a mi mismo, para no perderme el más leve susurro. Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja. Las cosas son muy confusas, pero debe existir una especie de vínculo entre ellas. Intentar desentrañarlas a toda costa debe ser contraproducente. Lo único que podía hacer era esperar en silencio a que vayan aclarándose por si solas. Hay cosas que no funcionan basándose en posibilidades o probabilidades y que no siguen ningún camino lógico. Se dan porque sí, suceden o dejan de suceder, porque forman parte del uno en un millón de los casos, son la excepción a toda regla y, así era yo, la pura oveja negra de los cálculos estadísticos, el cero que queda por fuera de las matemáticas. Esta historia no era tan sencilla como parece a primera vista, eso lo sabía yo. La historia escondía algo que yo desconocía. Así estaba, a mitad de camino de la locura y sumergido en un estado de somnolencia permanente, envuelto en una niebla espesa. Me perdí de vista a mí mismo. Desaparecí de mi campo visual. “¿Dónde estoy?” pensaba todo el tiempo. Aunque es tan raro hablarles del tiempo ya que nunca formó parte de esta historia. A veces recordaba la última noche que pasé con Mariana. Pero quizás, debido al agotamiento, el recuerdo era vago. Aquella noche hicimos el amor varias veces. Era un hecho irrefutable que ella así lo había premeditado, fue su manera de dejar en mí una marca para que el sufrimiento, que produciría su ausencia, me duela mucho más al recordarlo. Pero el silencio que guardaba, ese ascetismo en el que me había internado, hizo que el recuerdo se fuera disipando lentamente. No podía recordar su cuerpo con claridad. Tampoco podía recordar cómo habíamos hecho el amor. La imagen de mi mujer desnuda montada sobre mí, en alguna habitación del departamento, aparecía tan diáfana como si lo hubiera inventado en mis sueños, tanto como si yo lo estuviese improvisando en este momento. Sólo dos cosas quedaron grabadas en mi mente: aquel perfume a flores rojas y la reiteración del “Olvídalo todo”, frase que me susurraba Mariana aquella noche “Como si durmieras, como si soñaras, como si esto nunca hubiese sucedido” y en ese momento yo eyaculaba interminablemente dentro suyo. Era obvio que significaba algo. Y, justo por eso, el recuerdo de sus palabras y su perfume sobrepasaba con mucho la realidad que me rodeaba en esos días. Así permanecía, sentado en la cama con la espalda apoyada contra la pared fría, los ojos cerrados y en silencio. Extrañamente, la sensación de felicidad que me producía aquella dupla de recuerdos aún permanecía en mi interior como un rincón soleado. Y yo, en aquel rincón soleado borré de mí todo lo demás. Todo lo sucedido en los días anteriores, donde ella repetía “No quiero ver como te hundes, no quiero hacerme más problemas por vos” y las últimas frases fueron algo así como “No quiero apostar más por vos” Entonces allí me quedé, porque yo no puedo elegir por quien apostar. Ya hace mucho tiempo que no tengo noticias de Mariana, por lo visto ya ha desaparecido de mi mundo. Podría decirse que las personas van cayendo en el silencio, unas tras otras, por el rincón del mundo que me pertenece. Todas encaminan hacia allí sus pasos y, de repente, desaparecen. Para mí los días transcurren sin que suceda nada en particular. Tan anodinos que he acabado por no distinguirlos unos de otros. Pero, a decir verdad, conforme van pasando, cada vez me importan menos. Y así, inmóvil, en silencio, aguzando el oído para las buenas noticias, fue como me encontraron los paramédicos, alertados por mis vecinos de edificio, molestos por el olor que salía de mi departamento, que no era de flores rojas.

miércoles, 15 de julio de 2009

Whisky con papafritas (Cuento corto)

Al despertar, me encontraba terriblemente confundido y asustado. Por unos instantes, ni siquiera tuve conciencia de existir. Me temblaban las manos, así que decidí levantarme del sillón para prepararme un café. Una arcada me vino desde los más profundo de las tripas, tragé saliva y comprobé que tenía gusto agrio en la boca. La casa estaba totalmente a oscuras. Tropecé con un cuerpo a los dos metros del sillón y al escuchar su voz, recordé que no estaba solo. Era Ramiro, que se quejaba de mi pisotón. Prendí la luz del living y apareció su figura recostada en la alfombra. Abrió los ojos como pudo e hizo tintinear el hielo dentro del vaso de whisky, bebió un sorbo y lo depositó en el suelo, sin decir una palabra. Estaba con la camisa desprendida y la cruz que llevaba en su cuello brilló. Este pequeño resplandor me recordó, no sé por qué motivo, retazos de la noche anterior. Yo estaba solo en mi departamento, haciendo zapping en el televisor y a punto de quedarme dormido del aburrimiento, cuando sonó el portero eléctrico. Era Ramiro, que al entrar exhibió su típica sonrisa sarcástica en plena cara y una botella de J&B sin abrir en su mano derecha. Nos sentamos en el living, con el televisor prendido pero sin volumen, a comer unas papasfritas y a bebernos el whisky. Hablamos de pavadas durante un largo rato y, quizá por el efecto del alcohol, que todo lo afloja, la conversación fue tomando rumbos más serios. Ramiro se quedó unos instantes contemplando la luna, que flotaba en el cielo, por el ventanal. Era una luna clara, perfectamente redonda. En ese momento apagué la tele y el departamento quedó iluminado por ella, dándole un tono plateado a la escena. La pregunta que desencadenó mi seguidilla de confesiones fue la simple: “¿Hace mucho que no tenés noticias de Yasmín? Ramiro la lanzó sin mirarme, mientras hacía tintinear los cubitos de hielo en su vaso. Mi respuesta tardó unos instantes en recorrer el camino que comunica el cerebro con la boca y un instante después de pronunciarla me arrepentí, pero ya era tarde para volver atrás. Entonces, Ramiro, que hace mucho tiempo estaba enroscado con cierta clase de ideas energéticas, comenzó a relacionar mi separación con Yasmín con que la corriente del departamento estaba obstruida, que era de mal agüero, que seguramente, alguien que me odia, me había realizado algún trabajo de magia negra. “No puede ser, hace unos meses que todo te viene saliendo para atrás” me dijo. Yo permanecía en silencio, no sabía si tomarlo en serio o reírme en su cara. Él debe haber notado mi escepticismo, entonces comenzó a contarme una historia, sobre un amigo de un amigo, que al ser abandonado por su mujer fue a ver a su maestro, un tal Darko, que era el que lo instruía a Ramiro sobre todo este tipo de cosas. “Resumiendo -dijo, mientras se servía otro vaso hasta el tope- resulta que este tipo hacía unos días que andaba desesperado porque su mujer lo había abandonado sin motivo aparente, y Darko le dijo, luego de meditar unos instantes, que le habían hecho un trabajo. Dicho y hecho, vos sabés que el Maestro lo destrabó, partiendo un limón al medio, se lo dio a este tipo para que lo guarde en un cajón de su casa. El limón a los dos días estaba seco y de color negro oscuro, y la mujer volvió. Lo sorprendente del caso es que el trabajo se lo había hecho su propia madre y a la semana de que Darko rompió el trabajo negativo, encontraron a la vieja atragantada con unas semillas de limón en el patio de la casa, se ve que estaba disfrutando una limonada al fresco de la parra y Chan!!!… lo que se hace se paga, amiguito” Yo seguía sin creer en nada de lo que me contaba, y Ramiro lo percibía, así que reforzó su teoría con otra de sus historias: “Esta, no sé si debería contártela - dijo- pero para que veas lo que los trabajos oscuros le hacen a la gente incrédula como vos, te la cuento. Resulta que una prima de mi señora venía de desgracia en desgracia, primero perdió el trabajo, después se enfermó, hasta que la gota que le rebalsa el vaso fue que su novio la dejó por una amiga de ella, podría decirse que su mejor amiga. Entonces , por consejo mío fue a verlo al maestro. En este caso, Darko utilizó unas uvas que luego de chuparlas con mucho cuidado, se las dió a Clarita, ese es el nombre de la chica en cuestión, y se las hizo guardar en su cajón de la ropa interior. A los dos días las uvas estaban completamente secas y Clarita consigue trabajo, lo loco fue que su amiga y su ex novio tuvieron un accidente automovilístico en el que mueren los dos. La autopsia reveló unos días más tarde que el nivel de alcohol en sangre era altísimo. Enseguida lo relacioné con las uvas del maestro. Creer o reventar, amigo.” Recuerdo que las historias se sucedieron una tras otra, y yo, lejos de convencerme, continuaba descreyendo de los poderes del maestro Darko, pero para no contrariar a Ramiro y dejarlo conforme, le prometí acompañarlo a ver al maestro para que me aplique sus poderes. Estos recuerdos, trajeron a mi memoria un sabor amargo, sobretodo mi inoportuna promesa de acudir a ver a Darko, pero como suelo cumplir con mi palabra y por no estar dispuesto a soportar otra velada de anécdotas sobrenaturales, hacia allá fuimos. Ramiro estaba tan entusiasmado con mi decisión que hasta se pagó un taxi, quiza fue por miedo a que reaccione de lo que estaba haciendo y me escape. Finalmente, luego de un viaje de 20 minutos, nos detuvimos frente a un edificio viejo y descascarado que desentonaba con el resto de las casas bajas de la zona, humildes pero bien cuidadas. Ramiro abrió la puerta de entrada, utilizando una llave que sacó de su bolsillo. Atravesamos un pasillo que desembocó en una escalera, subimos dos pisos por ella hasta llegar frente a una puerta de madera. Luego de golpearla con suavidad, se abrió asomandosé una mujer delgada vestida con una túnica violeta. Nos saludó con dos besos a cada uno, uno por mejilla, y nos hizo señas de que nos sentemos a esperar en unos almohadones delicadamente acomodados al rededor de una mesa ratona. No tuve tiempo de nada ya que a los pocos segundos estaba frente a nosotros, un tipo alto, envuelto en una túnica violeta, idéntica a la de la mujer que nos abrió la puerta, con los ojos desorbitados y una barba desplolija, sin dudas era Darko. Miró a Ramiro y sin quitarle los ojos de encima dijo “Es él” Entonces me vino desde lo profundo de mis tripas un impulso irrefrenable de vomitar y ahí nomás mi boca se abrió y cual catarata, inundé la sala de papafritas y whisky. Me puse de pié y salí del lugar a los empujones. Mientras bajaba las escaleras corriendo, acudieron a mi memoria palabras de Ramiro “Los trabajos para hacerle mal a alguien se ejecutan haciéndole beber a la víctima su bebida preferida mezclada con una pócima especial”

martes, 14 de julio de 2009

¿Qué falta?

Lo importante no es lo que nos falta, lo que importa es qúe hacemos con esa falta

viernes, 3 de julio de 2009

Mujeres

¿Qué quieren las mujeres?, menuda pregunta que ni siquiera freud pudo responder, pero, en este artículo intentaremos buscar alguna aproximación tomando un recorte de lo que observamos, nosotros como hombres, meros testigos de su comportamiento. El tema bajo la lupa serán las operaciones estéticas en general y los implantes mamarios en particular. Desde el comienzo de estas prácticas quirúrgicas, nosotros los hombres, cuando se nos consulta acerca de nuestro parecer en el tema, si bien las respuestas son variadas, la tendencia se inclina hacia el desagrado de esos cuerpos extraños que se implantas en lugar de los senos. Que porque son exageradamente rígidos, sin respetar la normalidad de los de carne y hueso (tómese lo de “ hueso como un soporte meramente metafórico) Los que tuvieron la oportunidad de palpar estas prótesis, han concluido que son frías y poco elásticas. De todas estas manifestaciones de desagrado se concluye que la mayoría de los hombres piensa que son mejores unas diminutas tetas, que deben ser exhibidas con orgullo, antes que unos zeppelines en los que si se presta la debida atención se lee en su cara inferior el “made in china” que los delata. Hasta acá todo bien, pero… ¿Qué sucede entonces con este tipo de prácticas antinatura? No sólo continúan, sino que aumentaron en su número considerablemente. Podríamos lanzar al menos dos hipótesis al respecto: 1- Las mujeres son sordas. Hipótesis falsa, ya que varias publicidades de artículos femeninos se emiten por radio y los publicitarios nunca se equivocan. 2- A las mujeres no les interesa lo que los hombres opinan de ellas. Hipótesis que si al menos no podemos darle la categoría de verdadera, no se puede hasta ahora refutar por falta de argumentos. Pregunta: ¿Cuántas veces una mujer nos consultó nuestro parecer sobre algo estético y obró haciendo lo contrario de nuestra opinión? Respuesta: siempre. De todo lo anteriormente expuesto está claro que no podemos llegar a ninguna conclusión sobre el tema que nos ocupa “¿Qué quieren las mujeres?” aunque si podemos saber que a ellas no les interesa en lo más mínimo nuestra aprobación, así que, queridos compañeros, ni se gasten en emitir opiniones estéticas sobre indumentaria, calzado, combinación de colores y demás detalles sobre moda femenina, aunque, estén atentos, en no contradecir en algo inconveniente a sus mujeres, ya que será utilizado en su contra el día del juicio final u oportunamente en cada pedido de favores que realicemos.

jueves, 2 de julio de 2009

Ser escritor

Decidí ser escritor, y lo primero que supe fue que pasaría mucho tiempo viviendo y escribiendo sin poder plasmar una frase que se aproxime un poco a lo que quiero decir. También supe que de las millones de palabras que leería, quedarían miles para escribir y cientos que pasarían las sucesivas correcciones, de las que sólo diez me gusten y ni siquiera una me convencería verdaderamente de su sentido… entretanto deshecho manuscritos inservibles y disfruto gastando las teclas de mi computadora, a medio camino de la locura, soñando con publicar algo. He leído los clásicos, abrí mil veces la heladera para no sacar nada, y trato de sostener un pensamiento flotante que se deje llevar por las olas de la casualidad, porque he llegado a la conclusión de que Pienso donde no soy Puedo ser un ojo implantado en tu cabeza, Las tortugas que sostienen tu planeta, o, las alas humeantes del bombardero. Soy donde no pienso Puedo ser un tipo mirando para otro lado, El distraído sapo que saltó dentro del puchero, que mira desde dentro, es que soy yo mismo. Me nublo y en esta nube de divagues, por momentos creo acercarme a algo muy parecido a un escritor.

lunes, 29 de junio de 2009

VAGANCIA

Estoy esperando- dice Lety, mientras masca el sorbete de la Pepsi que se acaba de tomar. -¿Qué?- pregunta Vero, compartiendo esa reposera al sol. -Ni la más puta idea- contesta Lety, escupe el sorbete masticado y se da vuelta para dorarse la espalda. El último esfuerzo lo utiliza para acomodarse la biquini. Esta es apenas una escena, un muestra de cómo transcurrían sus días, y no es que estuvieran de vacaciones, ésta era una de las escenas más brutales, con más dinámica en la vida de estas jóvenes, abandonadas a una existencia extática, y es que han decidido no hacer nada con su vida. El dolce far niente. Deliberadamente se han propuesto entregarse a los brazos de la vagancia, sintiéndose, luego de despojarse del mandato social de la cultura del trabajo, orgullosas de eso. “Ganarse el pan con el sudor de la frente” es una frase vacía para ellas. ¿Cómo lo soportan? Fácil: han descubierto que no tiene sentido vivir haciendo lo que uno no quiere, que tienen una sola vida y que no hay por qué llenarla de proyectos para progresar. Cuando les prguntan ¿En qué andás?, ¿estudias o trabajás? Ellas responden que se quedan hasta tarde para ver por videocable las mejores series… Porque estamos en un mundo donde corremos tras la ilusión de que todo se puede, no existen los imposibles, el hombre es omnipotente. Si quiere algo va y lo toma, como sea. Las mujeres pueden tener las tetas con la forma que ellas quieran, los hombres poder y así se van dando las cosas. Frente a esto, Lety y Vero eligen renunciar a todo para tener todo lo que los demás desechan: El placer de disfrutar de la vagancia. Y la gran paradoja es que mientras los demás creyendo tenerlo todo, no tienen nada, tienen una vida repleta de falsas elecciones. Mientras ellas tienen todo el tiempo del mundo para esperar. ¿Qué? No tengo ni la más puta idea.

sábado, 27 de junio de 2009

Qué es un Poeta?? No faltará por ahí, nunca faltó, quien afirme que los poetas, realmente, no son indispensables… y yo pregunto: ¿Qué fuera de todos nosotros si no viniera la poesía a ayudarnos a comprender, cuán poca claridad tienen las cosas que llamamos claras? ¿Qué es un poeta? ¿Han visto un tigre en una jaula? En cuanto el destino se descuida, la fiera, de un salto, traspone las murallas y ya no lo cazan más. Fermenta ferocidades. Un lobo entre gallinas. Un diablo arrodillado, comulgando, con cara de inocente. Un pescador, paciente, pescando palabras en este río revuelto de ideas. Un buscador de señales en esta neblina cerrada…

martes, 23 de junio de 2009

Tercero en discordia (cuento) Ya no soportaba verlo arrodillado a mis pies. Suplicándome atención. Encima éstas sillas son tan incomodas, que de momentos preferiría pararme. En la radio del remise que nos trajo, un locutor decía que las penas de amor son penas de amor propio, y me distraje un momento pensando esa idea; luego volví a lo nuestro. Dejé de registrarlo hace tiempo. Se lo tragó la rutina de verlo en casa todo el día, haciendo nada. El café es indomable, parece jugo de tristeza. El olor del lugar es una fetidez triste. ¿A cuantos justos habrán velado aquí? . ¿Y vos? Yo que pensé que ibas a devolverme la alegría. Creo que me equivoqué. Te robé el ardor para desperdiciarlo. Me da bronca sonar melancólica o quizás romántica, pero la verdad es que mi amor por él nunca sufrió. Daba lástima. Mal afeitado, dejado, siempre con el mismo joggin mugriento, desde que se levantaba hasta que se acostaba. Igual, pasaba la mayor parte del tiempo echado en el sillón mirando la tele. Me molestaba verlo así. Ahora vos, estás tan quieto en el cajón y pensar que tenías tanta energía que das la impresión de estar doblemente quieto. Yo, en cuanto termine esta farsa, me voy a ir unos días a la casa de mis viejos; No sé si estoy medio paranoica, pero me parece que algunos me miran mal. En el fondo debo conservar un brillo en los ojos. Intento no mirar a nadie, me tapo con el hombro de mi vieja. Desde aquí adentro puedo sentir el vozarrón de mi viejo, siempre con su alma de botón, queriendo averiguar como fueron las cosas. Su costado morboso queriendo saber por donde entro la bala, quien disparó primero. Como si eso sirviera de algo. Puro detalle. Por fin entra y habla un poco más bajo. Mi vieja se había parado para frenarlo un poco. El viejo se embala, y chau. Ahora esta hablando con el Chino, que parece un actor el hijo de puta. Hablando con mi viejo como si nada, tiene una cara de angelito, que resulta más inocente que un boy scaut. Desde que lo conocí tuve el presentimiento de que no era un buen tipo, mi intuición me quiso avivar pero no pude dejar de arruinarme la existencia, entonces pasó lo que tenía que pasar. Esa tarde se fueron juntos con un par de tipos más. Yo estaba regando las plantas, como siempre lo hago todo: cuido a los chicos, cuido la casa, cuido que no se me pase la comida. Que él se cuide solo. Por ahí quería quedarme deshabitada. Él habitaba la casa, el único verbo que ejercitaba. Odio sonar romántica (ya lo dije) pero el amor existe cuando lo perdés. Pensar que creí que no iba a poder querer más y me las arreglé para poder amarte. Todo lo que pasó lo puedo entender solo en ese contexto. Así cobra sentido cada acto, y mi silencio. Pude haberte frenado esa tarde, cuando vi que sacabas el revolver del bolso y te lo ponías en la cintura. Lo pensé. Pensé decirte que no lo hagas. Pero ya ves, ésta canción de amor empieza cuando me dejaste. Percibía que no me ibas a abandonar. Esto no es un abandono, te siento más cerca ahora. Te fuiste por lo heroico, en un tiroteo con la policía a la salida de un banco. Fue una estupidez. El Chino te llenaba la cabeza, mientras yo le echaba mas leña al fuego. Te conseguía laburos boludos para sacarte del medio. Disfrutábamos más cuando el chino podía caer en cualquier momento. Nos excitaba el peligro. Así fue que empezamos una historia juntos. No sé si era una forma de despertar, pero pasó. Él lo sabía todo, y bien que lo disfrutaba. Cuando nos quedábamos hasta tarde mirando televisión los tres en el sillón; Yo me levantaba y mientras me mirabas de arriba a bajo, él te miraba a vos y después a mí. Lo primero que te encargó fue que vayas a buscar un paquete a capital, algo ilegal seguro, así nos conocimos y nos miramos de forma rara; avanzamos y retrocedemos todo el tiempo. Un timer tan inconstante es intranquilizador, pero llega. Con el tiempo todo sucede. Cuando estaba con el chino me dabas lástima, en esos momentos me sentía más cerca de él. Otra vez se me cruza por la mente la posibilidad de perder, eso te hace brillar. La historia siguió, cada vez más seguido, más arriesgado. En ese límite comencé a sentirme incómoda, pero igual seguí. Reconozco que soy culpable de enrollarte en esta historia pensando que otra cosa no podía hacer. Necesitaba recuperarlo, quería tener un hombre al lado. Ahora extinto, sos hombre de verdad, alguien a quien desear. Hace unos días te descubrí el revolver. Seguro te lo procuró el Chino. Te iba a preguntar para que querrías tener un arma, pero para que preguntar si ya conocía la respuesta y si en definitiva él hizo lo que yo quería que haga. Todos hicimos lo que estaba planeado pero nadie dijo. Hasta acá creo entenderlo todo, me cierran las causas del desenlace. Lo que me crea dudas es lo que pasó esa tarde. El Chino, te vino a buscar a las dos, con la certeza de que estabas en casa con migo, siempre lo supo, y se fueron con unos tipos en un auto blanco; el mismo que después apareció allá por las cinco de la tarde en Crónica T.V., con esa música que le ponen a ese tipo de noticias y un cartel en letras rojas que decía “Delincuentes abatidos en la salida de un Banco, en Flores”. A uno lo mataron a dentro del banco, otro estaba esposado en la vereda y vos estabas en la calle, tapado con una bolsa en medio de un mar de sangre, te reconocí enseguida por las zapatillas y tu pantalón negro. Lo extraño es que el Chino llegó a eso de las tres y media y me preguntó por vos. “¿Cómo no se fue con vos?” dije; y se rió, mostrando sus dientes sucios y me volvió a preguntar ¿en serio no sabes dónde está? Su risa me hizo asustar, presintiendo que algo había tramado. “Yo pensé que se había ido con vos”, le dije. Él miró la tele prendida, yo estaba viendo la novela, y cambio los canales hasta que llegó a Crónica T.V., estaban pasando la quiniela, protestó y me dijo: “espera, ya va a aparecer”. Se sentó en su sillón frente al televisor, con su joggin mugriento, y la siempre tan inmóvil cara de contento de un ignorante que se supone victorioso, desconociendo que aniquiló la única posibilidad de salvar nuestro matrimonio.

miércoles, 13 de mayo de 2009

El personaje

El Maestro Darko: Demasiado identificado con su personaje, demasiado identificado con el lugar que ocupa, demasiado igualado al semblante que representa. Luego de masticar posibles respuestas a esta posición harto caricaturesca, probablemente, se concluya que este exceso puede vincularse con que Darko, afirme que su mirada es la ley, su palabra impostada escupe decretos de buen manejo en las relaciones sexuales. Todos los intentos, que se enmarcan por fuera de sus indicaciones, son castrados. Siendo condición necesaria acoplarse a su rumbo para no colocarse del lado de la falta. Se lo puede ver subido a cualquier púlpito, porque convierte cada lugar de reunión en un escenario, montando un show donde despliega sus teorías sobre el más fino erotismo, mientras el público, su público ruge, mientras Darko modela con delicadeza y una extraña serenidad sus discursos, procediendo por un camino inductivo, desde el cual partiendo de sus experiencias particulares, arriba a reglas universales. En este trayecto atraviesa campos surcados por infinidad de detalles lujuriosos, triunfantes tentaciones libidinosas que hicieron sucumbir su carne para elevarla a estratos de existencia superiores, y desde ellas concluir sus avances en la materia. Su voz, el tono de sus palabras, los complicados caminos gramaticales que confunden al auditorio, su elegancia inconmovible frente a las miradas inquisidoras de los más puritanos, que esperan que cometa algún error en sus enunciados para tirar por la borda y así refutar sus teorías fue, quizá, la primera de las razones por las que miles de seguidores comenzaron a aglutinarse frente a sus conferencias, donde quedaban cientos de ojos hipnotizados ante su voz, como resulta irrisible el fuego o la lluvia. Y cuando los tenía ahí en silencio, atentos a sus caminos lógicos, les propiciaba un cross a la mandíbula con una máxima tan brutal como cierta sobre el sexo desenfrenado y su correcta práctica. Eligiendo un silencio antes de lanzarla, respirando hondo y escupiendo rápidamente “Lo peor es el miedo, veneno insidioso y colosal que vilipendia sistemáticamente al deseo” Darko entiende que es menester tratar con dureza y rienda corta a los amantes, para así, de este modo someterlos al más fino de los tratamientos sexuales recomendados por él. Acérrimo defensor de sus ideas, ataca sin piedad a sus enemigos en crispada y mercurial actitud de brindar posibilidad de réplica a los disidentes, como si fuesen traidores a la patria. Exhibe una negativa visceral a entender que el disenso enriquece, amplía y propicia una teoría más acabada. Quienes no están conmigo están contra mí. Retacea, pues, y oculta información. Sólo un suceso universal, señala Darko, le fue revelado, y es que la única ética del buen amante está íntimamente ligado a la estética. Sus colaboradores más cercanos, los alcahuetes de turno, traducen este pasaje de sus enseñanzas como un simple “no te acuestes con el primer bagayo que se te cruce” Pero para el maestro Darko (así le gusta que lo llamen) había elevado este pensamiento a la dimensión universal y ello tendrá hondas consecuencias en el modo de organización de las sociedades. Su teoría nuclear del sexo desenfrenado, alberga así, profundas raigambres paganas, donde los sacrificios como ofrenda a los dioses son indispensables, es por eso que cobraron significado sus escritos más leídos, con títulos como “Acogotando la gallina” “Cinco contra el gusano” e “Hícele saltar los mocos al chino tuerto” Textos fundacionales para llegar a comprender su recorrido religioso, ético y moral. En este último punto, largamente desarrollado por su escuela “Moral y buenas costumbres sexuales”, versa sobre la pérdida de respeto hacia el objeto del deseo y el horror al ridículo. Desplegando un lista de puntos relevantes sobre como conducirse en el momento del despliegue amatorio, con momentos sublimes en sus indicaciones como verse compelido irremediablemente a desear lo prohibido y vencer el anclaje al circuito de la morbosidad mortificante de dicha prohibición. Esta última frase es analizada minuciosamente por sus discípulos hasta concluir que “Cualquier bicho que camine va a parar al asador” Ante lo cual, Darko, corrige a los estúpidos seguidores (así les gusta nombrarlos) con una parábola edificante: “Alguna vez yo viví en la ignorancia, pero cuando llegaron a mí las revelaciones que hoy comparto con ustedes, el pecado revivió con toda potencia en mí, y lo que prometía ser la vida misma, demostró ser muerte y renació el deseo en su dimensión más perfecta” Sus seguidores quedaron confusos y cobró fuerza la idea de que el maestro estaba más alzado que un preso sin visita higiénica.

martes, 21 de abril de 2009

La Cita (Cuento Corto)

Al girar la llave de la ducha para cerrarla notó que tenía las uñas largas. Que descuido en él, que juró contemplar todos los detalles para esta cita, olvidó sus uñas, la carta de presentación de un buen amante. Un hombre delicado, un obsesivo de los detalles que lo convertían en un atildado. Tanto esmero en su aspecto hacía que se viera rosando el límite de lo femenino, donde se confunde lo importante. No interesaba el contenido sino la forma en que se presentan las cosas, el paquete, el emboltorio daba un brillo que lo impactaba, y justamente eso fue lo que lo enamoró de ella, su ropa, su forma de caminar, sus gestos. Se envolvió en el tohallón, salió del baño y se sentó en el sillón de cuero del living a cortarselas cidadosamente. Cuando culminó con sus uñas inspeccionó su afeitada, al ras como lo amerita la ocasión, no interesa que sean las nueve de la noche la hora pautada para el encuentro, él debía estar impecable, inmaculado. Ella lo merecía. Ella que tantas veces rechazó invitaciones de toda clase, hasta las más inocentes, como ir a tomar un café al mediodía. Ella que tanto esfuerzo le costo a él conseguirla, que tantas privaciones se impuso él para lograrla. Ella estaba hoy, al fin para él. Hoy era el día, ésta era la noche esperada, tan ansiada. Por eso mismo tanto esmero en acicalarse. Tuvo que chequear su reloj pulsera para comprobar que el mundo seguia girando y que no era un sueño su cita. Lo tomó entre los dedos , lo sopló y se lo llevó al oído para oir su tic-tac como testigo sonoro de que era cierto, el tiempo corría normalmente. Entró en la habitación. Sobre la cama, la ropa extendida, sin arrugas indeseables. Había escogido para la ocación unos calzoncillos boxer blancos con el logo de Cristian Dior en un costado, como un detalle. No importa si ella no lo nota. Medias negras repitiendo el mismo logo del diseñador. Se puso la camisa, toda blanca, que suena mucho más importante que decir solamente blanca, ya que al nombrarla "toda blanca" casi si parece que encandila su blancura. El detalle del logo se repite en el costado superior izquierdo en hilo blanco, aunque en este caso cambia la casa de diseño por Ives Saint Laurent, y se mantiene en el traje, gris oscuro con unas finas rallas en tono más claro. Finalmente se puso los zapatos, no sin antes repasar la lustrada con el cubrecama, esto sólo de obsesivo, ya que podía uno afeitarse en su reflejo, porque antes de entrar en la ducha los cubrió de pomada y los cepilló. Se colocó el perfume, comprado especialmente para la ocación. Esa mañana apenas se enteró que iba a verla fue a comprase la ropa interior, y para que combine, compró el perfume Dior. Siempre fue maniatico de las combinaciones a modo de cábala, como premonitora de buena señal, hacía coincidir los detalles, le iba la vida en ello, y esta ocación tan especial, lo amerita de sobremanera. El último encuentro con ella, la despedida, el adios que sellaría su relación longeba. Tomó de arriba de la heladera los documentos y las llaves del auto. Entró en la cochera y se vió reflejado en el bordó del auto, impecable, luego de comprarse la ropa interior y el perfume pasó por el lavacoches y lo hizo lavar por dentro y por fuera, mientras se tomaba un café y saboreaba, con una amplia sonrisa,el encuentro de la noche venidera y fue en esa ocasión que se dijo por vez primera esa frace que lo acompañaría el resto del día, a modo de muletilla, que lo salva de cualquier imprevisto o tal vez de un decaimiento " No importa que ella no lo note". Salió a la calle y la ciudad contrastaba con su aspecto. Él, sus uñas, su traje, su corbata verde, su auto bordo, todo tan impecable y la ciudad toda sucia, indiferente a este encuentro, a esta última cita, a esta culminación de una historia. Al llegar a la esquina un semáforo en rojo detuvo su marcha lenta y observó unos tipos que esperaban el colectivo envueltos en su ropa vulgar con pensamientos vulgares y pensó que ni se imaginaban de su destino, de la emoción que lo envolvía a él en este encuentro con ella. Semáforo verde, acelerador que se oprime, marcha que se reanuda. Casi olvida pasar por la florería, debía recoger el encargue, una hermosa corona, discreta, de rosas blancas, que combinan con su camisa, rosas rojo fuerte combinando con su auto y la banda cruzada en letras verdes, combinando con su corbata, con la frace: "A mi amor imposible, nunca te olvidaré".

jueves, 16 de abril de 2009

No es nada... sólo estabas soñando

Aunque ya avisó Lacán: "La realidad tiene estructura de ficción"

martes, 14 de abril de 2009

Escurrir (No llega a nada)

"Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir" Johann Kaspar Lavater Escurrir Mi capacidad de reflexión ha tocado fondo, posiblemente por haber estado tanto tiempo concentrado en mis pensamientos durante demasiado tiempo. Cuando intento recordar algo, oigo rechinar todos los músculos del cuerpo. Tengo la impresión de haberme convertido en el hombre de lata. De vez en cuando me planto frente al espejo del baño a mirarme la cara para ver si percibo algún cambio en ella... y nada, todo sigue igual a como lo recuerdo. Llegué a tomarme la temperatura corporal y era la esperable. Prendí la televisión de vez en cuando y nada me llamó la atención, eran acontecimientos de un mundo distinto al mío, lejano. En el mundo donde estoy, sólo se escucha mi respiración rítmica y el tic tac del reloj del comedor. A veces coinciden en el tempo del ritmo. Tengo la impresión de que si no hablo con alguien, fuera quien fuese, me iría alejando cada vez más, de la realidad. Fue entonces donde la palabra “realidad” sonó diferente a las demás palabras que venía masticando hace días. ¿De qué realidad hablo? ¿Acaso no será esta mi realidad? Luego de esta reflexión no volvió a dolerme la cabeza, aunque seguía incapaz de seguir pensando. No tenía ganas de hacer nada. Tomé un sorbo de café frío y me quedé contemplando mi cara en el reflejo del ventanal del comedor. Así, no más, me dejé estar en el resto del tiempo. Tengo la seguridad de que debo dejar escurrir la memoria de este largo día de pensamientos, así, finalmente entrará en mí algo nuevo. Entonces arrastré mi cuerpo hacia el letargo. De repente al estirar mis piernas, sonó mi columna vertebral, como quién chasquea los dedos, y el sueño acudió a mí de inmediato como si me hubiera estado aguardando. En el instante de dormirme pensé algo lejano y difuso y me sumergí en el sueño.

miércoles, 8 de abril de 2009

lunes, 6 de abril de 2009

"La escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida. " Marguerite Duras

martes, 31 de marzo de 2009

Feliz

Felíz Cumpleaños, yo. (Biografía del hambre) Ya estoy demasiado viejo para madurar, aunque... soy demasiado joven para morir Demasiado testarudo para cambiar, Ciego para ver el camino correcto Sordo para escuchar consejos y Convecido de dudar. Ya estoy demasiado grande para crecer Soy demasiado corajudo para retroceder Tengo buena memoria para olvidar Tan visible para esconderme Certero para equivocarme y Convecido de durar.

martes, 10 de marzo de 2009

Burbujas (Cuento corto)

Los recuerdos y los pensamientos envejecen igual que envejece el hombre. Pero hay algunos pensamientos que nunca se erosionan, y así como las burbujas se alzan dentro de la bebida, estos recuerdos incómodos dentro de la cabeza, pugnan por salir a la superficie. Las pequeñas particulas de pensamientos mezcladas en el aire que contienen las burbujas del trago quizás habían penetrado en su cabeza y desquiciado sus nervios. El mozo tardaba mucho en servir la próxima vuelta. El miraba su reloj pulsera y las flores rojas que descansaban en el jarrón sobre la barra. Parecian recién cortadas de la planta. No habían perdido su color. Quizás aún no se habían dado cuenta de que las habían arrancado. Quizás él no se había dado cuenta de que ese no era su lugar. Pasara lo que pasara él nunca pedía consejos a nadie. Sólo se lanzaba a la calle a caminar y entraba en algún bar a pensar. Explicar las cosas, una a una, y hacérselas entender a los demás le parecia una pérdida de tiempo y de energía. Otro trago, otro recuerdo que subía contenido en las burbujas y explotaba en su cerebro. Caty llamandolo a mitad de la noche, avisando que no iría a dormir a casa esa noche, la excusa fue vaga pero cuando Carlos reaccionó ya había colgado. Con el auricular en la mano se sentó en la cama. Cuando comprendió que no lograría sacar nada en claro se recostó nuevamente. Se adormeció varias veces, pero enseguida volvía a despertarse. Momentos de sueño breves e inquietos como los que se descabezan en el asiento de un micro se sucedieron el resto de la noche, indefinidamente. El paso del tiempo fue lento e irregular hasta que resolvió levantarse, ducharse, echarse a caminar hasta terminar entrando a este bar, y comenzar a tomar la bebida burbujeante que lo volvió tan lúcido a los recuerdos como nulo a lo que sucedía en su entorno. Por el rabillo del ojo vió algo rojo que se apróximaba a su izquierda. Giró la cabeza y la vió a ella. Enfundada en un vestido rojo de noche. Extraño para esta hora de la mañana. Lo primero que atinó a pensar fue que debía de venir de alguna fiesta y estaría desayunando antes de irese a dormir, mas abandonó el pensamiento y se concentró en su escote. "Mis ojos están un poco más arriba" dijo ella en tono risueño y cómplice con el fisgón. El no dijo nada, sólo subió la mirada y se quedó esperando que ella diera algún motivo por su presencia en su mesa. Entonces ella se sentó y se presentó "Jésica" dijo, puso sus manos cubriendo las de él que descansaban sobre la mesa y agregó algo asi como que ella sabía que él estaba mal, se le notaba en la mirada y se ofreció por si podía ayudarlo en algo. "No creo" respondió Carlos. "¿En qué no crees?" preguntó la mujer. "Ultimamente no creo en nada" dijo él y bajó la cabeza. Siguieron algunas palabras más que lo ubicaban a Carlos definitivamente del lado de la víctima y a ella como una heroína que ofrecía su hombro y su escucha a tanto sufrimiento. Ël siguió bebiendo algunas copas más y ella lo acompañó con algunos cafés. El decidió salir del bar cuando se dió cuenta de la hora, más de las 11, tenía ganas de regresar a su casa y ella lo acompañó sin que medie invitación. La burbujas de todo lo bebido, conjugadas con el potente sol de la mañana, lo hacían flotar, de modo tal que no sentía bajo sus piés el roce de las veredas. Algo irreal flotaba en el aire, hasta que un bocinazo arrojado al aire por el taxi que casi lo atropella lo devuelve a la realidad brutal de la evidencia científica y una burbuja que sube por su estómago,cual bilis amarga, le recuerda la existencia de caty. Es en estos instantes donde uno decide su futuro. Encrucujada colocada delante suyo donde debe elejir si continuar su regreso a casa en companía de esa belleza envuelta en el vestido rojo o volverse solo a seguir penando. Quedan las preguntas flotando: ¿Qué habrá decidido nuestro personaje? ¿Qué hubieras hecho vos? Finalmente y dejando todo en manos de la casualidad: ¿Qué burbuja habrá alcanzado en primer lugar el cerebro?

Sueños

En lugares asi uno cree pertenecer al maravilloso mundo natural, pero... la realidad brutal de la evidencia científica nos baja de un piedrazo en medio de la testa, como un bocinazo en plena siesta, que nos despega del entresueño en el que flotabamos entre nubes de deseos realizados.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Bukowski

COMO SER UN GRAN ESCRITOR tenés que cogerte a muchas mujeres bellas mujeres y escribir unos pocos poemas de amor decentes y no te preocupes por la edad y/o los nuevos talentos. sólo tomá más cerveza más y más cerveza. Andá al hipódromo por lo menos una vez a la semana y ganá si es posible. aprender a ganar es difícil, cualquier boludo puede ser un buen perdedor. y no olvides tu Brahms, tu Bach y tu cerveza. no te exijas. dormí hasta el mediodía. evitá las tarjetas de crédito o pagar cualquier cosa en término. acordate de que no hay un pedazo de culo en este mundo que valga más de 50 dólares y si tenés capacidad de amar amate a vos mismo primero pero siempre sé consciente de la posibilidad de la total derrota ya sea por buenas o malas razones. un sabor temprano de la muerte no es necesariamente una mala cosa. quedate afuera de las iglesias y los bares y los museos y como las arañas sé paciente, el tiempo es la cruz de todos. más el exilio la derrota la traición toda esa basura. quedate con la cerveza la cerveza es continua sangre. una amante continua. agarrá una buena máquina de escribir y mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana dale duro a esa cosa dale duro. hacé de eso una pelea de peso pesado. hacé como el toro en la primer embestida. y recordá a los perros viejos, que pelearon tan bien: Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun. si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas como te está pasando a vos ahora, sin mujeres sin comida sin esperanza... entonces no estás listo tomá más cerveza. hay tiempo. y si no hay está bien igual.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Nublado

Lo que sigue es el prólogo y parte del capitulo 0 (cero) de la novela que escribí en el año 2003. si la querés completa comunicate con migo y te la acerco... gracias por todo. Prologo:Así es el agua, con su ineluctable condición de impedir que se impriman huellas en su espacio. Alguna vez, quizá, cuando los límites de la tierra eran desconocidos, se situaban los confines del mundo en los bordes del océano. Agua otra vez. Más allá la inundación. Aún más allá el mundo de los muertos, el mito. El cielo mismo se sospecha como límite. Afuera está la noche como un límite negro que contiene el mundo desconocido. Dios, hosanna en las alturas. Los fantasmas dentro de nosotros, tramando relaciones de compromiso entre lo psíquico y lo somático. Ahora que creemos haber medido las superficies de todo lo que vemos, ya no es posible echarle los misterios al agua. Inexistente borde de los miedos del hombre resultó ser el océano. El latifundio desconocido. Ese líquido camuflaje. Esa exuberancia de asociaciones, que consumada no es nada más que vacío. Aprendimos a usar las manos, la rueda, la máquina. Dimos la vuelta para espiar y revelamos la mentira de las tortugas sosteniendo el planisferio. Ya es hora. Se hace tarde para algunos, parados en el crepúsculo, para descubrir que los mitos se han refugiado en su interior con sus muertos y sus dioses. Sólo entonces volver a comenzar de cero. Porque hasta ahí, uno se comporta como si nada supiera y necesitase una instrucción preliminar. Se deberán librar infinitas batallas dentro de sí mismo para dominar esa rivalidad intuitiva. Soltar los malos espíritus que están en acecho. Liberar las legiones que no fueron criaturas vehementes que se hirieron con su propia arma, sino, sólo almas despojadas de su existencia, que padecieron martirio y mutaron en dolor. Monstruos, hijos de la imaginación que acosan cualquier navegación sobre la cama de hierro. Sólo si se puede sobreponer a la impresión que han causado, se consigue continuar el ascenso a la escalera de cero. ...Y volver a empezar... Capitulo 0: En esa casa vacía, queda un hombre, con una gota lacerándole la cabeza desde dentro, una duda. Hurgando una y otra vez en esa cicatriz que es pensar. Imposibilitado, este hombre, para traspasar por la delicada película ámbar, que teje el sueño. Sería incapaz de dormir, justamente, por la terrible tarea que conlleva la incredulidad. Se revuelca en la cama y cae al piso acurrucado y tembloroso. Luchar por no dar solvencia a los recuerdos que lastiman, a sensaciones que enajenan el pasado, tornándolo impersonal, estéril, y sobre todo, sospechoso de engaños, embustes que meten miedo. La mano sosteniendo la cara, los ojos lánguidos frente a la procesión inconexa de recuerdos y dudas. Nelson ha descubierto que el mundo no es lo que parece o, quizá, que el mundo aparente no es el único; el mundo real es sólo una parte de la mentira. Cruza la habitación para prender un cigarrillo, entrecerrando los ojos y rascándose la indolencia y el malhumor en la cabeza, abandonándose sin entusiasmo a la persecución del nebuloso sentido de sus pensamientos. Se empeña por darle alguna explicación a todo lo que le sucede. Una explicación cualquiera es mejor que ninguna explicación, mas el tiempo lo fue debilitando, convirtiéndolo en un animal enfermizo, temeroso, en virtud de la sumatoria de ausencias, de dolores y culpas.

martes, 17 de febrero de 2009

Divague analítico

PSICOANALISIS COMO LITERATURA Y TERAPIA El psicoanálisis puede ser considerado desde un doble ángulo: como forma de literatura, es decir, como una serie de relatos puestos en escena por parte del paciente y del analista: y como una terapia, o sea, como cura del sufrimiento psíquico mediante los instrumentos de la narrabilidad y de la compartibilidad de todo aquello que antes encontraba su expresión sólo a través del malestar y los síntomas. Es interesante bucear en los nexos entre narración e interpretación en el interior de la sesión analítica, y la evolución que el concepto de personaje ha tenido en literatura y en los diversos modelos psicoanalíticos. La puesta en esena del paciente no deja de sorprender como una invención, donde pierde importancia la realidad y gana en potencia la realidad psiquica.

viernes, 13 de febrero de 2009

Las palabras nos mueven

El hombre cae sin remedio hacia lo desconocido , ese instante en que las fuerzas de la gravedad ceden y el corazón se congela. No es posible sujetarse de nada concreto... entonces... las palabras realizan su trabajo.

Cuento cortísimo

Don Victorino, el adivinador ( 4to. puesto en certamen de club de pipa 2006- España) Sobre el estado de excitación de don Victorino poco queda por añadir. Ya no hay carcajada que no haya sido vertida. Sus ojos, ahora secos, miran con estupor los alcances de su descubrimiento hecho a fuego, tabaco y pulmón. Don Victorino, desconocido conde de Paso del Rey, hizo público la revelación y con él su teoría sobre las artes de adivinación en la lectura de los humos de la pipa. Hubo una idea atmosférica y de densidad en la génesis del desarrollo de su teoría, la cual fue ampliada con la introducción de herramientas provenientes del esoterismo y la física cuántica. También hubo desconcierto y por momentos el abatimiento intentó doblegar su empresa, no obstante, don Victorino prendía su pipa y leía en su humo los pasos a seguir. Hoy, desde el oscuro anonimato, le llegan noticias de las diferentes utilizaciones de su descubrimiento. Como muestras de sus provechos podemos citar por ejemplo que en Psiquiatría y Psicología se utiliza para realizar diagnósticos diferenciales, en el campo artístico, muchos creadores le echan mano para así poder concluir sus obras rebeldes. Lo sorprendente es ver como se le niega este arte de la adivinación a payasos de poca monta, ya que una de las condiciones básicas para su utilización es la grandeza de espíritu. Finalmente, cabe señalar que debido a las usurpaciones sufridas por el conde, éste mismo se prohibió continuar con la serie de adivinaciones, quizá, su movimiento haya sido premonitorio.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Sala de espera (Cuento)

"Cuando hables, procura que tus palabras sean mucho mejor que tu silencio" Manejar durante muchas horas es una experiencia agotadora. Especialmente si la ruta es monótona. Llevaba tantas horas con las manos en el volante del auto que ya llegué a sentirlo parte de mi cuerpo. Me dolían los talones por la posición inerte de los pies en el acelerador. A mi lado estaba Ana, dormía con la boca semiabierta. En ese instante recordé sus últimas palabras, “Cuando lleguemos, hacete cargo de arreglar ese problema” di tantas vueltas al asunto que perdí el norte del problema, mejor dicho de la solución, que quedaba tan lejana como nuestro punto de arribo. “Estación de servicio 2Km” decía el cartel que me devolvió las esperanzas de encontrarme con algún ser vivo amable, aunque más no sea por los instantes que durara la carga de combustible. Al bajar el ritmo del motor Ana se despertó y entre bostezos preguntó por dónde estábamos. “Ni idea” le respondí, “Nunca tenés idea de nada” me dijo acusándome de algo que yo conocía muy bien pero que dolía al escucharlo en boca de otro, mucho más de Ana, quien con el correr del tiempo iba desmereciéndome cada vez más. Comenzó a criticarme en privado, primero con algunas miradas o gestos descalificadores, pero, últimamente sus palabras más hirientes me las arrojaba delante de cualquiera, y yo, sentía que este cualquiera se compadecía de mí. Las luces de la estación de servicio aparecieron cortando lo monótono de la oscuridad del paisaje. Dejé el auto correr en su encuentro. La ruta era una recta perfecta. La velocidad fue disminuyendo, sólo tuve que pisar levemente el freno, hasta detenerme frente al surtidor. Ana dormía con un gesto de amargura en la cara. No quise despertarla. Bajé del auto y me encontré solo. No había presencia alguna de vida más que la que proyectaba la blanca luz que bajaba del techo. A unos 20 metros se veía un barcito de luces tenues y quizás ahí esté el despachante de combustible. Al comenzar a caminar hacia el barcito una leve brisa me envolvió en un remolino que me envió directo a mis narices el olor a transpiración de mi camisa blanca. Levante los brazos y hundí la cara en mis axilas y corroboré que era mío el perfume de agotamiento del largo viaje. Encendí un cigarrillo para matizar los olores y a los pocos pasos estaba parado frente a la puerta del bar. Antes de entrar pude ver varias personas dentro, pero el silencio era absoluto. Abrí la puerta y entré. Me pareció que nadie se percató de mi presencia. Fui directo a la barra donde se apoyaba un gordo envuelto en un pulover gris tan gastado como mi ánimo. Abrí la boca para hablarle y las palabras salían lentas, envueltas en el humo del cigarro. Pregunté por el despachante de combustible. El gordo me contestó sin hablar, sólo movió la cabeza en gesto negativo . Entonces pedí un café doble. El gordo volvió a repetir el gesto. Le pregunté si no tenía café y él me señaló la repisa a sus espaldas donde se veían unas botellas de licor tapadas de tierra, como si eso fuera lo único que se despachaba en el barcito. Pedí una grapa “Mariposa” me acordé de mi abuelo que siempre la tomaba. El gordo sacó un vasito de debajo de la barra se estiró para tomar la botella, la destapó y llenó el vaso hasta el borde. Le pregunté cuánto dinero salía el trago. El gordo volvió a repetir el gesto negativo y agregó un ademán con la mano como indicándome que me siente en una mesa del fondo y no lo moleste más. Caminé entre las pocas mesas y me senté en la mesa del fondo debajo de un televisor apagado. En el bar había dos personas más. Unos muy bien vestido, leía un diario amarillento y sobre su mesa había un vaso vacío del mismo tamaño que el que yo tenía delante mío. La otra persona era un joven al que no le ví la cara porque estaba recostado sobre la mesa en clara posición de estar durmiendo una borrachera densa. Busqué la mirada del gordo y éste miraba hacia afuera por la ventana. Miré hacia afuera, acompañando la mirada del gordo y no vi nada. Afuera estaba todo oscuro. Me sobresalté. Según mis cálculos ahí afuera deberían estar las luces de la estación de servicio, mi auto estacionado en la playa junto al surtidor, pero no había nada, sólo una densa oscuridad. El sobresalto pasó derrepente y me sobrevino una paz increible. A la mierda Ana, a la mierda los quilombos. Tomé la grapa Mariposa. Me pareció un elixir, un nectar de las ninfas. Me quedé así largo rato en silencio. A mi me pareció toda una eternidad.

martes, 27 de enero de 2009

Erdosaín y todos los locos

Erdosaín y todos los locos Él comprende que las palabras humanas son insuficientes para expresar las curvas de tantos nudos de catástrofes que azotan su existencia. Se ha olvidado de la fuerza que almacena la estatura de su cuerpo y sostiene que los sucesos humanos no se pueden arreglar con frases. Todos antes de un gran triunfo tiene características de locos, como todas las madres antes de parir son deformes de vientre. Es por esta causa que sostiene que los hombres no están preparados para invisibles martirios que andan disueltos en el mundo. Su mirada adquiere la vítrea transparencia de los afiebrados. Su vida perfecciona la angustia como un metódico mecánico trabaja incansable sobre un motor a explosión. Lo que lo hace temible es la memoria de las ofensas y la paciencia en aguardar revancha. FERMENTA FEROCIDADES: ¿Ha visto usted un tigre en una jaula? En cuanto el destino se descuida, la fiera de un gran salto traspone la muralla y ya no la cazan más... Continuando con su descripción podríamos agregar que él es el típico extranjero xenófobo, que una palabra suya te parte en tres, que llama a las cosas por su nombre: al pan, pan y al pene pija. Operador de grúa de demolición, debiera desaparecer bajo los escombros. Ya aburre con sus asesinatos en serie, cansa con su dialéctica onanista. Produce tedio a las viejas que hojean revistas en la sala de espera del odontólogo que les ajustará sus dentaduras postizas. Lo tengo acá... Atravesado... No lo paso... Es mi otro yo... La parte que me avergüenza... Un último dato: Este hombre pone poesía a la guachada. Agradece la patada en el culo. Lame la mano del que lo ignora y hace huelgas de hambre sólo por estar a la moda.

viernes, 23 de enero de 2009

Creación Literaria

¿Por qué razón alguien recurre a la creación literaria? ¿Es ésta una vocación? Muchas veces surge la pregunta desde todas las posiciones, desde el escritor y desde el que no comprende el afán por la escritura. Pregunta que tiene múltiples respuestas, tantas como los motivos que impulsan hacia la escritura o la lectura. No podemos dar con la verdad pero si podemos asugurar una cosa: es mentira que esto sea un pasatiempo, está mucho más cerca de una obsesión, una necesidad que de un hobie. El escritor transforma la realidad desagradable, ¿para cambiarla en su fantasía, en el papel escrito? ¿Para hablar de otra realidad, la del inconsciente que surge así vehiculizado por la metáfora?.. así es, estas y otras transformaciones se operan en el proceso de la escritura donde se intenta decir algo del sujeto que la efectúa. Mediante la sublimación, cuando la pulsión en su recorrido produce una novación, le otorga al objeto la dignidad de la Cosa ¿Qué significa la dignidad de la Cosa? Que ella también es un fin en si mismo… En un tiempo de estructuración subjetiva, cuando la separación entre el sujeto y el Otro todavía no se ha dado totalmente, la creación literaria facilita el ritmo simbólico, permitiéndole desarrollar su propio estilo, sus fonemas. La humanidad, a través de sus creadores, ha dejado su propia traza, su mano rupestre, su jeroglífico, su cápsula de tiempo, su mensaje hacia a las estrellas. Presentifica la eternidad en su obra, en un tiempo singular, tiempo que habla de otro tiempo: aquel relativo, el mítico de sus comienzos como sujeto». La escritura, amigos, es una forma de vivir, de pensar y sentir las cosas, ir más allá del límite "normal de las imágenes. Las cosas suceden cotidianamente a diario, el escritor ve lo que se encuentra por detrás de lo que está sucediendo, esos detalles que definen una situación.

miércoles, 21 de enero de 2009

psicoanálisis y literatura

Psicoanálisis y Literatura: Luego del cuento sobre las relaciones meteorológicas vamos a leer este divague y veremos que cada vez que se suspenda algún ruido notaremos su ausencia... algo hemos perdido: Por el lado de la inocencia. Son por todos conocidas las intimas conexiones existentes entre el psicoanálisis y la literatura, siendo “la palabra” la unidad morfológica de ambas. A decir de Lacan <> y este inconsciente se encuentra en el punto de ruptura de las leyes gramaticales. Está ahí, constituido como un jeroglífico, un mensaje cifrado. La dimensión del significante, que es una medida del decir, convierte al sujeto en responsable de lo que dice, lo contrario a este movimiento es aportar palabras para adormecerse. Los libros son mares de palabras con infinitas posibilidades de combinación. Sumergirse en los laberintos del inconsciente o en las profundidades de las letras, nos hace perder la inocencia sobre las cosas. Hay ciertos textos que nos hacen precipitar la ingenuidad, es decir que después de haberlos leído, no podemos repasar de la misma manera los textos futuros. Por ejemplo práctico e ilustrativo podríamos decir que luego de leer ciertos autores, nos resulta dificultoso no notar la ausencia de magia en otros. Percibimos un escozor que nos patea las tripas desde dentro, señal que falta poesía en los últimos. Es aquí donde se juntan estos mundos, aparentemente distantes para los que lo observan con cierta inocencia, el psicoanálisis y la literatura, ya que una vez transitado por ciertos descubrimientos perdemos la ingenuidad y percibimos las cosas en función de nuestro deseo. El Psicoanálisis es una hipnosis al revés. Es un proceso en el que se toma la tendencia a hacer transferencia del analizante (a hipnotizarse), para que despierte, no para dormirlo mejor, es en este despertar que la pérdida es de inocencia. Es en esta confianza en la palabra de la que sólo se obtiene el conocimiento. La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo pase a ser paciente, cambiando su actitud frente a la enfermedad. Por lo común se ha contentado con lamentarse de ella, despreciarla como algo sin sentido, aplicando la política del avestruz. Para la cura, desde luego, eso no sirve. Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad, esto sucede al mismo tiempo que se constituye la subjetividad y es en el terreno de la individualidad que se libra ésta experiencia. En las letras nos topamos, (muy de vez en cuando) con ideas originales, señal de una mente excepcional que logró combinaciones con un sentido estético novedoso, muestras que se desarrollan en el campo de la subjetividad, la del que escribe y la del que lee. Vivir no es más que hacer palabras con lo que nos pasa. Pecaríamos de incautos si no señalásemos que éste concepto de pérdida de la ingenuidad está presente desde los principios del pensamiento filosófico, 400 años antes de Cristo, en el mundo de las ideas de Platón, quién señala que comenzamos estando dormidos, en el olvido de nosotros mismos, de modo impersonal, desconociendo que la verdad se esconde tras un mundo de sombras. Platón se vale de una alegoría para dar forma a ésta teoría: “La alegoría de la caverna” donde se pone de manifiesto la ingenuidad que se pierde luego de ciertos descubrimientos y la imposibilidad de retorno a la visión anterior. Esto mismo sucede en el psicoanálisis y en la literatura, en mayor y menor grado respectivamente. Finalmente recordemos ésta frase de Gabriel García Márquez que nos ilustra al respecto: “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos” de “El amor en los tiempos de cólera”. Lic. Andrés R. Luetto. – Psicólogo- Noviembre de 2005-

martes, 20 de enero de 2009

Primer entrega (jajaja)

La primer entrega es la que más cuesta. Se evalúa lo que uno va a entregar: se miden tamaños, se sopesan aguantes y se revisan espejos. En este caso no hice nada de esto, sólo, simplemente les brindo el cuento que tenía a mano en mi archivo. Isaak Babel, el autor de “Cuentos de Odessa”, coincidiría con esto, porque le hace decir a uno de sus personajes: “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde”. Yo aún no he conseguido colocar los puntos en el lugar correspondiente... pero... lo seguiré intentando: Tanto va la mano al instrumento que al fin lo logra... Distracciones meteorológicas Andrés Luetto. (6 de diciembre de 2008) En el mundo puede darse la circunstancia de que llueva o la circunstancia de que no llueva, y en algún punto geográfico debe estar la línea divisoria entre ambas circunstancias. Hallar este punto, que presumiblemente debería tener la forma de una línea recta, donde de un lado cae agua y del otro no, sería una experiencia notable. Tal vez en este punto la atmósfera desorientada no sepa como comportarse, y nosotros, ventajeros eternos de momentos de distracción, incluso de distracción divina, porque este detalle en el que un ser humano común, e incluso ventajero como nosotros, pudiese ver esta línea divisoria debe ser, sin ningún lugar a dudas, una distracción de dios, un dios al que últimamente se le escapan demasiados detalles, tantos que pasaron a completar el todo de la situación. Como venia diciendo un ventajero como nosotros aprovecha las distracciones, los fenómenos meteorológicos poco comunes para sacar ventaja. Una mínima porción de segundo que alguien retira la vista de nuestra mirada y ahí está la oportunidad para sacar partido y ganar unos metros en la línea de partida. Aquella tarde, mirando al cielo en búsqueda de esta línea divisoria, lo invadió un impulso de curiosidad al pasar frente al negocio de zapatillas de la avenida y decidió entrar para probar suerte. Debió advertir que aquella primera sensación era el presagio de algo malo. Una mueca desagradable se advierte en su rostro, como si se hubiese llevado algo amargo a la boca, se le frunce el entrecejo y se le cierran levemente los ojos, quizá por algún destello que lo encandila. Pero como eran tan habituales estas sensaciones repentinas en él, no le hizo caso. Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, acaba por no saber incluso lo que quiere y el cerebro deja de funcionar con agilidad. Se pasó un buen rato contemplando el techo del local distraídamente. Aunque intentaba concentrarse en la tarea que debía realizar, su mente no lo seguía. Recordaba la noche anterior, los excesos cometidos en el aguantadero de la calle Ayacucho, la resaca que lo recibió esa mañana y las pastillas que debió tomar para encarar el día. Tuvo ganas de fumar, de llenar sus pulmones de humo, pensó que eso lo calmaría, pero no debía llamar la atención del guardia de seguridad del locar parado a sus espaldas con algo no permitido. Entonces se le ocurrió el plan “B”: sacar con cuidado una pastilla del blister y ponerla en la boca y de ahí directo a la garganta con un poco de saliva. A veces, cuando te encuentras en medio de desconocidos que no comparecen en tu presencia, pierdes la cohesión como ser humano y te sobreviene la certeza de que te vas disgregando progresivamente. Por supuesto, la medicación no recetada aporta lo suyo. El local que lo rodeaba, con la gente que circulaba a su alrededor es tan vasto que le resultaba difícil conservar el sentido de realidad. Su conciencia se iba fusionando junto con el paisaje y acaba por ser tan difusa la línea divisoria que no podía mantenerla aferrada a su cuerpo. Mientras esto le sucedía por dentro, y nosotros lo conocemos, por fuera era increíble su expresión de serenidad y nada parecía alterarlo. Una vendedora se le acercó. Él comenzó por mirarle los pechos ajustados dentro de la remera y luego dijo simplemente que estaba mirando que buscaba unas zapatillas. Se acercó a la repisa donde se exhiben las zapatillas, un poco para disimular y otro poco porque le gustan. Se sintió incómodo, se le cruzó la idea de abordar el trabajo, pero la idea siguiente fue la imperiosa necesidad de tener plata y siguió adelante. Miró el cartel de números electrónicos que marcaba los turnos en letras rojas y descubrió que el próximo que corriera sería el suyo. Esto también le dio la idea de que el tiempo seguía transcurriendo y que él no podía seguir perdiendo el suyo. Entonces decidió entrar en acción. La luz brilla sólo durante un brevísimo espacio de tiempo en el acto de vivir y debe ser aprovechada porque luego son sólo sombras que cubren la existencia. Una vez que se ha ido, si has fracasado en el acto de alcanzar lo que te has propuesto, no tendrás una segunda oportunidad. Y luego deberás pasar el resto de tus días en una profunda soledad sin esperanza, sólo poseyendo los restos efímeros de lo que pudo haber sido. Esto era lo que pensaba él y en ese estado de cosas, en esas circunstancias específicas, su mente había llegado a un estado de concentración tan exacerbado que había descendido hasta el núcleo de su conciencia, lo que lo conectó directamente con la tarea. Todo allí se baño de una luz brillante y las cosas estuvieron claras, sin dudas. Parecía un sueño muy bien dibujado, pero no era un sueño. Decidió acercarse a la caja donde había una vieja pasando la tarjeta de un cliente con una bolsa en la mano. Se puso detrás en actitud de esperar el turno. La vieja tardaba. El cliente delante suyo se impacientaba también, a pesar de tener toda la apariencia de tener su vida resuelta. La cobranza finalizó, el cliente se fue y, finalmente él pudo decir la frase que más le gustaba, la que masticó desde que entró en el maldito local “Dame toda la plata o te lleno de agujeros” acto seguido se levantó la remera para mostrar la culata de la 9 milímetros que llevaba en su cintura. En ese instante cesó el ruido del aire acondicionado del local, ruido en el que no había reparado hasta que no estuvo más llenando el espacio, homogenizando la sopa espesa de los sonidos del ambiente. Así suelen ser las cosas que están de fondo, cuando desaparecen dejan un vacío y nos hacen pensar en su importancia. Si a esta interrupción auditiva la llamamos meteorológica por ser del aire a condicionado y la relacionamos con la línea divisoria entre la lluvia y la no lluvia, entonces volvemos al principio del relato donde nos referíamos a este fenómeno como un punto de distracción, sólo que estos puntos débiles de los cuales él siempre se sirvió para tomar ventaja y realizar su trabajo, quizá por la resaca de la noche anterior o por las pastillas , o por todo junto, fue aprovechado por el guardia de seguridad que advirtió la maniobra del robo y victima de un impulso irrefrenable de gatillo fácil, le disparó por la espalda.

Cuentos para no dormirse

: “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde”. Esta frase me encanta y creo que refleja la esencia misma de la literatura... Yo, no creo tener la capacidad de poner los puntos en el lugar que corresponde pero lo seguiré intentando.