martes, 27 de enero de 2009

Erdosaín y todos los locos

Erdosaín y todos los locos Él comprende que las palabras humanas son insuficientes para expresar las curvas de tantos nudos de catástrofes que azotan su existencia. Se ha olvidado de la fuerza que almacena la estatura de su cuerpo y sostiene que los sucesos humanos no se pueden arreglar con frases. Todos antes de un gran triunfo tiene características de locos, como todas las madres antes de parir son deformes de vientre. Es por esta causa que sostiene que los hombres no están preparados para invisibles martirios que andan disueltos en el mundo. Su mirada adquiere la vítrea transparencia de los afiebrados. Su vida perfecciona la angustia como un metódico mecánico trabaja incansable sobre un motor a explosión. Lo que lo hace temible es la memoria de las ofensas y la paciencia en aguardar revancha. FERMENTA FEROCIDADES: ¿Ha visto usted un tigre en una jaula? En cuanto el destino se descuida, la fiera de un gran salto traspone la muralla y ya no la cazan más... Continuando con su descripción podríamos agregar que él es el típico extranjero xenófobo, que una palabra suya te parte en tres, que llama a las cosas por su nombre: al pan, pan y al pene pija. Operador de grúa de demolición, debiera desaparecer bajo los escombros. Ya aburre con sus asesinatos en serie, cansa con su dialéctica onanista. Produce tedio a las viejas que hojean revistas en la sala de espera del odontólogo que les ajustará sus dentaduras postizas. Lo tengo acá... Atravesado... No lo paso... Es mi otro yo... La parte que me avergüenza... Un último dato: Este hombre pone poesía a la guachada. Agradece la patada en el culo. Lame la mano del que lo ignora y hace huelgas de hambre sólo por estar a la moda.

viernes, 23 de enero de 2009

Creación Literaria

¿Por qué razón alguien recurre a la creación literaria? ¿Es ésta una vocación? Muchas veces surge la pregunta desde todas las posiciones, desde el escritor y desde el que no comprende el afán por la escritura. Pregunta que tiene múltiples respuestas, tantas como los motivos que impulsan hacia la escritura o la lectura. No podemos dar con la verdad pero si podemos asugurar una cosa: es mentira que esto sea un pasatiempo, está mucho más cerca de una obsesión, una necesidad que de un hobie. El escritor transforma la realidad desagradable, ¿para cambiarla en su fantasía, en el papel escrito? ¿Para hablar de otra realidad, la del inconsciente que surge así vehiculizado por la metáfora?.. así es, estas y otras transformaciones se operan en el proceso de la escritura donde se intenta decir algo del sujeto que la efectúa. Mediante la sublimación, cuando la pulsión en su recorrido produce una novación, le otorga al objeto la dignidad de la Cosa ¿Qué significa la dignidad de la Cosa? Que ella también es un fin en si mismo… En un tiempo de estructuración subjetiva, cuando la separación entre el sujeto y el Otro todavía no se ha dado totalmente, la creación literaria facilita el ritmo simbólico, permitiéndole desarrollar su propio estilo, sus fonemas. La humanidad, a través de sus creadores, ha dejado su propia traza, su mano rupestre, su jeroglífico, su cápsula de tiempo, su mensaje hacia a las estrellas. Presentifica la eternidad en su obra, en un tiempo singular, tiempo que habla de otro tiempo: aquel relativo, el mítico de sus comienzos como sujeto». La escritura, amigos, es una forma de vivir, de pensar y sentir las cosas, ir más allá del límite "normal de las imágenes. Las cosas suceden cotidianamente a diario, el escritor ve lo que se encuentra por detrás de lo que está sucediendo, esos detalles que definen una situación.

miércoles, 21 de enero de 2009

psicoanálisis y literatura

Psicoanálisis y Literatura: Luego del cuento sobre las relaciones meteorológicas vamos a leer este divague y veremos que cada vez que se suspenda algún ruido notaremos su ausencia... algo hemos perdido: Por el lado de la inocencia. Son por todos conocidas las intimas conexiones existentes entre el psicoanálisis y la literatura, siendo “la palabra” la unidad morfológica de ambas. A decir de Lacan <> y este inconsciente se encuentra en el punto de ruptura de las leyes gramaticales. Está ahí, constituido como un jeroglífico, un mensaje cifrado. La dimensión del significante, que es una medida del decir, convierte al sujeto en responsable de lo que dice, lo contrario a este movimiento es aportar palabras para adormecerse. Los libros son mares de palabras con infinitas posibilidades de combinación. Sumergirse en los laberintos del inconsciente o en las profundidades de las letras, nos hace perder la inocencia sobre las cosas. Hay ciertos textos que nos hacen precipitar la ingenuidad, es decir que después de haberlos leído, no podemos repasar de la misma manera los textos futuros. Por ejemplo práctico e ilustrativo podríamos decir que luego de leer ciertos autores, nos resulta dificultoso no notar la ausencia de magia en otros. Percibimos un escozor que nos patea las tripas desde dentro, señal que falta poesía en los últimos. Es aquí donde se juntan estos mundos, aparentemente distantes para los que lo observan con cierta inocencia, el psicoanálisis y la literatura, ya que una vez transitado por ciertos descubrimientos perdemos la ingenuidad y percibimos las cosas en función de nuestro deseo. El Psicoanálisis es una hipnosis al revés. Es un proceso en el que se toma la tendencia a hacer transferencia del analizante (a hipnotizarse), para que despierte, no para dormirlo mejor, es en este despertar que la pérdida es de inocencia. Es en esta confianza en la palabra de la que sólo se obtiene el conocimiento. La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo pase a ser paciente, cambiando su actitud frente a la enfermedad. Por lo común se ha contentado con lamentarse de ella, despreciarla como algo sin sentido, aplicando la política del avestruz. Para la cura, desde luego, eso no sirve. Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad, esto sucede al mismo tiempo que se constituye la subjetividad y es en el terreno de la individualidad que se libra ésta experiencia. En las letras nos topamos, (muy de vez en cuando) con ideas originales, señal de una mente excepcional que logró combinaciones con un sentido estético novedoso, muestras que se desarrollan en el campo de la subjetividad, la del que escribe y la del que lee. Vivir no es más que hacer palabras con lo que nos pasa. Pecaríamos de incautos si no señalásemos que éste concepto de pérdida de la ingenuidad está presente desde los principios del pensamiento filosófico, 400 años antes de Cristo, en el mundo de las ideas de Platón, quién señala que comenzamos estando dormidos, en el olvido de nosotros mismos, de modo impersonal, desconociendo que la verdad se esconde tras un mundo de sombras. Platón se vale de una alegoría para dar forma a ésta teoría: “La alegoría de la caverna” donde se pone de manifiesto la ingenuidad que se pierde luego de ciertos descubrimientos y la imposibilidad de retorno a la visión anterior. Esto mismo sucede en el psicoanálisis y en la literatura, en mayor y menor grado respectivamente. Finalmente recordemos ésta frase de Gabriel García Márquez que nos ilustra al respecto: “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos” de “El amor en los tiempos de cólera”. Lic. Andrés R. Luetto. – Psicólogo- Noviembre de 2005-

martes, 20 de enero de 2009

Primer entrega (jajaja)

La primer entrega es la que más cuesta. Se evalúa lo que uno va a entregar: se miden tamaños, se sopesan aguantes y se revisan espejos. En este caso no hice nada de esto, sólo, simplemente les brindo el cuento que tenía a mano en mi archivo. Isaak Babel, el autor de “Cuentos de Odessa”, coincidiría con esto, porque le hace decir a uno de sus personajes: “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde”. Yo aún no he conseguido colocar los puntos en el lugar correspondiente... pero... lo seguiré intentando: Tanto va la mano al instrumento que al fin lo logra... Distracciones meteorológicas Andrés Luetto. (6 de diciembre de 2008) En el mundo puede darse la circunstancia de que llueva o la circunstancia de que no llueva, y en algún punto geográfico debe estar la línea divisoria entre ambas circunstancias. Hallar este punto, que presumiblemente debería tener la forma de una línea recta, donde de un lado cae agua y del otro no, sería una experiencia notable. Tal vez en este punto la atmósfera desorientada no sepa como comportarse, y nosotros, ventajeros eternos de momentos de distracción, incluso de distracción divina, porque este detalle en el que un ser humano común, e incluso ventajero como nosotros, pudiese ver esta línea divisoria debe ser, sin ningún lugar a dudas, una distracción de dios, un dios al que últimamente se le escapan demasiados detalles, tantos que pasaron a completar el todo de la situación. Como venia diciendo un ventajero como nosotros aprovecha las distracciones, los fenómenos meteorológicos poco comunes para sacar ventaja. Una mínima porción de segundo que alguien retira la vista de nuestra mirada y ahí está la oportunidad para sacar partido y ganar unos metros en la línea de partida. Aquella tarde, mirando al cielo en búsqueda de esta línea divisoria, lo invadió un impulso de curiosidad al pasar frente al negocio de zapatillas de la avenida y decidió entrar para probar suerte. Debió advertir que aquella primera sensación era el presagio de algo malo. Una mueca desagradable se advierte en su rostro, como si se hubiese llevado algo amargo a la boca, se le frunce el entrecejo y se le cierran levemente los ojos, quizá por algún destello que lo encandila. Pero como eran tan habituales estas sensaciones repentinas en él, no le hizo caso. Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, acaba por no saber incluso lo que quiere y el cerebro deja de funcionar con agilidad. Se pasó un buen rato contemplando el techo del local distraídamente. Aunque intentaba concentrarse en la tarea que debía realizar, su mente no lo seguía. Recordaba la noche anterior, los excesos cometidos en el aguantadero de la calle Ayacucho, la resaca que lo recibió esa mañana y las pastillas que debió tomar para encarar el día. Tuvo ganas de fumar, de llenar sus pulmones de humo, pensó que eso lo calmaría, pero no debía llamar la atención del guardia de seguridad del locar parado a sus espaldas con algo no permitido. Entonces se le ocurrió el plan “B”: sacar con cuidado una pastilla del blister y ponerla en la boca y de ahí directo a la garganta con un poco de saliva. A veces, cuando te encuentras en medio de desconocidos que no comparecen en tu presencia, pierdes la cohesión como ser humano y te sobreviene la certeza de que te vas disgregando progresivamente. Por supuesto, la medicación no recetada aporta lo suyo. El local que lo rodeaba, con la gente que circulaba a su alrededor es tan vasto que le resultaba difícil conservar el sentido de realidad. Su conciencia se iba fusionando junto con el paisaje y acaba por ser tan difusa la línea divisoria que no podía mantenerla aferrada a su cuerpo. Mientras esto le sucedía por dentro, y nosotros lo conocemos, por fuera era increíble su expresión de serenidad y nada parecía alterarlo. Una vendedora se le acercó. Él comenzó por mirarle los pechos ajustados dentro de la remera y luego dijo simplemente que estaba mirando que buscaba unas zapatillas. Se acercó a la repisa donde se exhiben las zapatillas, un poco para disimular y otro poco porque le gustan. Se sintió incómodo, se le cruzó la idea de abordar el trabajo, pero la idea siguiente fue la imperiosa necesidad de tener plata y siguió adelante. Miró el cartel de números electrónicos que marcaba los turnos en letras rojas y descubrió que el próximo que corriera sería el suyo. Esto también le dio la idea de que el tiempo seguía transcurriendo y que él no podía seguir perdiendo el suyo. Entonces decidió entrar en acción. La luz brilla sólo durante un brevísimo espacio de tiempo en el acto de vivir y debe ser aprovechada porque luego son sólo sombras que cubren la existencia. Una vez que se ha ido, si has fracasado en el acto de alcanzar lo que te has propuesto, no tendrás una segunda oportunidad. Y luego deberás pasar el resto de tus días en una profunda soledad sin esperanza, sólo poseyendo los restos efímeros de lo que pudo haber sido. Esto era lo que pensaba él y en ese estado de cosas, en esas circunstancias específicas, su mente había llegado a un estado de concentración tan exacerbado que había descendido hasta el núcleo de su conciencia, lo que lo conectó directamente con la tarea. Todo allí se baño de una luz brillante y las cosas estuvieron claras, sin dudas. Parecía un sueño muy bien dibujado, pero no era un sueño. Decidió acercarse a la caja donde había una vieja pasando la tarjeta de un cliente con una bolsa en la mano. Se puso detrás en actitud de esperar el turno. La vieja tardaba. El cliente delante suyo se impacientaba también, a pesar de tener toda la apariencia de tener su vida resuelta. La cobranza finalizó, el cliente se fue y, finalmente él pudo decir la frase que más le gustaba, la que masticó desde que entró en el maldito local “Dame toda la plata o te lleno de agujeros” acto seguido se levantó la remera para mostrar la culata de la 9 milímetros que llevaba en su cintura. En ese instante cesó el ruido del aire acondicionado del local, ruido en el que no había reparado hasta que no estuvo más llenando el espacio, homogenizando la sopa espesa de los sonidos del ambiente. Así suelen ser las cosas que están de fondo, cuando desaparecen dejan un vacío y nos hacen pensar en su importancia. Si a esta interrupción auditiva la llamamos meteorológica por ser del aire a condicionado y la relacionamos con la línea divisoria entre la lluvia y la no lluvia, entonces volvemos al principio del relato donde nos referíamos a este fenómeno como un punto de distracción, sólo que estos puntos débiles de los cuales él siempre se sirvió para tomar ventaja y realizar su trabajo, quizá por la resaca de la noche anterior o por las pastillas , o por todo junto, fue aprovechado por el guardia de seguridad que advirtió la maniobra del robo y victima de un impulso irrefrenable de gatillo fácil, le disparó por la espalda.

Cuentos para no dormirse

: “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde”. Esta frase me encanta y creo que refleja la esencia misma de la literatura... Yo, no creo tener la capacidad de poner los puntos en el lugar que corresponde pero lo seguiré intentando.