miércoles, 21 de enero de 2009

psicoanálisis y literatura

Psicoanálisis y Literatura: Luego del cuento sobre las relaciones meteorológicas vamos a leer este divague y veremos que cada vez que se suspenda algún ruido notaremos su ausencia... algo hemos perdido: Por el lado de la inocencia. Son por todos conocidas las intimas conexiones existentes entre el psicoanálisis y la literatura, siendo “la palabra” la unidad morfológica de ambas. A decir de Lacan <> y este inconsciente se encuentra en el punto de ruptura de las leyes gramaticales. Está ahí, constituido como un jeroglífico, un mensaje cifrado. La dimensión del significante, que es una medida del decir, convierte al sujeto en responsable de lo que dice, lo contrario a este movimiento es aportar palabras para adormecerse. Los libros son mares de palabras con infinitas posibilidades de combinación. Sumergirse en los laberintos del inconsciente o en las profundidades de las letras, nos hace perder la inocencia sobre las cosas. Hay ciertos textos que nos hacen precipitar la ingenuidad, es decir que después de haberlos leído, no podemos repasar de la misma manera los textos futuros. Por ejemplo práctico e ilustrativo podríamos decir que luego de leer ciertos autores, nos resulta dificultoso no notar la ausencia de magia en otros. Percibimos un escozor que nos patea las tripas desde dentro, señal que falta poesía en los últimos. Es aquí donde se juntan estos mundos, aparentemente distantes para los que lo observan con cierta inocencia, el psicoanálisis y la literatura, ya que una vez transitado por ciertos descubrimientos perdemos la ingenuidad y percibimos las cosas en función de nuestro deseo. El Psicoanálisis es una hipnosis al revés. Es un proceso en el que se toma la tendencia a hacer transferencia del analizante (a hipnotizarse), para que despierte, no para dormirlo mejor, es en este despertar que la pérdida es de inocencia. Es en esta confianza en la palabra de la que sólo se obtiene el conocimiento. La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo pase a ser paciente, cambiando su actitud frente a la enfermedad. Por lo común se ha contentado con lamentarse de ella, despreciarla como algo sin sentido, aplicando la política del avestruz. Para la cura, desde luego, eso no sirve. Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad, esto sucede al mismo tiempo que se constituye la subjetividad y es en el terreno de la individualidad que se libra ésta experiencia. En las letras nos topamos, (muy de vez en cuando) con ideas originales, señal de una mente excepcional que logró combinaciones con un sentido estético novedoso, muestras que se desarrollan en el campo de la subjetividad, la del que escribe y la del que lee. Vivir no es más que hacer palabras con lo que nos pasa. Pecaríamos de incautos si no señalásemos que éste concepto de pérdida de la ingenuidad está presente desde los principios del pensamiento filosófico, 400 años antes de Cristo, en el mundo de las ideas de Platón, quién señala que comenzamos estando dormidos, en el olvido de nosotros mismos, de modo impersonal, desconociendo que la verdad se esconde tras un mundo de sombras. Platón se vale de una alegoría para dar forma a ésta teoría: “La alegoría de la caverna” donde se pone de manifiesto la ingenuidad que se pierde luego de ciertos descubrimientos y la imposibilidad de retorno a la visión anterior. Esto mismo sucede en el psicoanálisis y en la literatura, en mayor y menor grado respectivamente. Finalmente recordemos ésta frase de Gabriel García Márquez que nos ilustra al respecto: “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos” de “El amor en los tiempos de cólera”. Lic. Andrés R. Luetto. – Psicólogo- Noviembre de 2005-

1 comentario:

  1. Me gustó aquello de que "El Psicoanálisis es una hipnosis al revés." Tienes el teclado lleno de razón.

    Gracias por haber pasado a mi bló, prometo pasarme por el tuyo de cuando en cuando. Un abrazo desde tierras aztecas.

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