martes, 14 de abril de 2009

Escurrir (No llega a nada)

"Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir" Johann Kaspar Lavater Escurrir Mi capacidad de reflexión ha tocado fondo, posiblemente por haber estado tanto tiempo concentrado en mis pensamientos durante demasiado tiempo. Cuando intento recordar algo, oigo rechinar todos los músculos del cuerpo. Tengo la impresión de haberme convertido en el hombre de lata. De vez en cuando me planto frente al espejo del baño a mirarme la cara para ver si percibo algún cambio en ella... y nada, todo sigue igual a como lo recuerdo. Llegué a tomarme la temperatura corporal y era la esperable. Prendí la televisión de vez en cuando y nada me llamó la atención, eran acontecimientos de un mundo distinto al mío, lejano. En el mundo donde estoy, sólo se escucha mi respiración rítmica y el tic tac del reloj del comedor. A veces coinciden en el tempo del ritmo. Tengo la impresión de que si no hablo con alguien, fuera quien fuese, me iría alejando cada vez más, de la realidad. Fue entonces donde la palabra “realidad” sonó diferente a las demás palabras que venía masticando hace días. ¿De qué realidad hablo? ¿Acaso no será esta mi realidad? Luego de esta reflexión no volvió a dolerme la cabeza, aunque seguía incapaz de seguir pensando. No tenía ganas de hacer nada. Tomé un sorbo de café frío y me quedé contemplando mi cara en el reflejo del ventanal del comedor. Así, no más, me dejé estar en el resto del tiempo. Tengo la seguridad de que debo dejar escurrir la memoria de este largo día de pensamientos, así, finalmente entrará en mí algo nuevo. Entonces arrastré mi cuerpo hacia el letargo. De repente al estirar mis piernas, sonó mi columna vertebral, como quién chasquea los dedos, y el sueño acudió a mí de inmediato como si me hubiera estado aguardando. En el instante de dormirme pensé algo lejano y difuso y me sumergí en el sueño.

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