
miércoles, 26 de agosto de 2009
Palabras (Cuento)

sábado, 25 de julio de 2009
Flores rojas (relato desesperado)

miércoles, 15 de julio de 2009
Whisky con papafritas (Cuento corto)

martes, 14 de julio de 2009
viernes, 3 de julio de 2009
Mujeres

jueves, 2 de julio de 2009
Ser escritor

lunes, 29 de junio de 2009
VAGANCIA



sábado, 27 de junio de 2009


martes, 23 de junio de 2009

miércoles, 13 de mayo de 2009
El personaje

martes, 21 de abril de 2009
La Cita (Cuento Corto)

jueves, 16 de abril de 2009
martes, 14 de abril de 2009
Escurrir (No llega a nada)

miércoles, 8 de abril de 2009
lunes, 6 de abril de 2009
martes, 31 de marzo de 2009
Feliz


martes, 10 de marzo de 2009
Burbujas (Cuento corto)

Sueños
miércoles, 25 de febrero de 2009
Bukowski
miércoles, 18 de febrero de 2009
Nublado


martes, 17 de febrero de 2009
Divague analítico

viernes, 13 de febrero de 2009
Las palabras nos mueven
Cuento cortísimo

miércoles, 11 de febrero de 2009
Sala de espera (Cuento)
"Cuando hables, procura que tus palabras sean mucho mejor que tu silencio"
Manejar durante muchas horas es una experiencia agotadora. Especialmente si la ruta es monótona. Llevaba tantas horas con las manos en el volante del auto que ya llegué a sentirlo parte de mi cuerpo. Me dolían los talones por la posición inerte de los pies en el acelerador.
A mi lado estaba Ana, dormía con la boca semiabierta. En ese instante recordé sus últimas palabras, “Cuando lleguemos, hacete cargo de arreglar ese problema” di tantas vueltas al asunto que perdí el norte del problema, mejor dicho de la solución, que quedaba tan lejana como nuestro punto de arribo.
“Estación de servicio 2Km” decía el cartel que me devolvió las esperanzas de encontrarme con algún ser vivo amable, aunque más no sea por los instantes que durara la carga de combustible.
Al bajar el ritmo del motor Ana se despertó y entre bostezos preguntó por dónde estábamos. “Ni idea” le respondí, “Nunca tenés idea de nada” me dijo acusándome de algo que yo conocía muy bien pero que dolía al escucharlo en boca de otro, mucho más de Ana, quien con el correr del tiempo iba desmereciéndome cada vez más. Comenzó a criticarme en privado, primero con algunas miradas o gestos descalificadores, pero, últimamente sus palabras más hirientes me las arrojaba delante de cualquiera, y yo, sentía que este cualquiera se compadecía de mí.
Las luces de la estación de servicio aparecieron cortando lo monótono de la oscuridad del paisaje. Dejé el auto correr en su encuentro. La ruta era una recta perfecta.
La velocidad fue disminuyendo, sólo tuve que pisar levemente el freno, hasta detenerme frente al surtidor. Ana dormía con un gesto de amargura en la cara. No quise despertarla. Bajé del auto y me encontré solo. No había presencia alguna de vida más que la que proyectaba la blanca luz que bajaba del techo. A unos 20 metros se veía un barcito de luces tenues y quizás ahí esté el despachante de combustible. Al comenzar a caminar hacia el barcito una leve brisa me envolvió en un remolino que me envió directo a mis narices el olor a transpiración de mi camisa blanca. Levante los brazos y hundí la cara en mis axilas y corroboré que era mío el perfume de agotamiento del largo viaje. Encendí un cigarrillo para matizar los olores y a los pocos pasos estaba parado frente a la puerta del bar. Antes de entrar pude ver varias personas dentro, pero el silencio era absoluto. Abrí la puerta y entré. Me pareció que nadie se percató de mi presencia. Fui directo a la barra donde se apoyaba un gordo envuelto en un pulover gris tan gastado como mi ánimo. Abrí la boca para hablarle y las palabras salían lentas, envueltas en el humo del cigarro. Pregunté por el despachante de combustible. El gordo me contestó sin hablar, sólo movió la cabeza en gesto negativo . Entonces pedí un café doble. El gordo volvió a repetir el gesto. Le pregunté si no tenía café y él me señaló la repisa a sus espaldas donde se veían unas botellas de licor tapadas de tierra, como si eso fuera lo único que se despachaba en el barcito. Pedí una grapa “Mariposa” me acordé de mi abuelo que siempre la tomaba. El gordo sacó un vasito de debajo de la barra se estiró para tomar la botella, la destapó y llenó el vaso hasta el borde. Le pregunté cuánto dinero salía el trago. El gordo volvió a repetir el gesto negativo y agregó un ademán con la mano como indicándome que me siente en una mesa del fondo y no lo moleste más.
Caminé entre las pocas mesas y me senté en la mesa del fondo debajo de un televisor apagado. En el bar había dos personas más. Unos muy bien vestido, leía un diario amarillento y sobre su mesa había un vaso vacío del mismo tamaño que el que yo tenía delante mío. La otra persona era un joven al que no le ví la cara porque estaba recostado sobre la mesa en clara posición de estar durmiendo una borrachera densa. Busqué la mirada del gordo y éste miraba hacia afuera por la ventana. Miré hacia afuera, acompañando la mirada del gordo y no vi nada. Afuera estaba todo oscuro. Me sobresalté. Según mis cálculos ahí afuera deberían estar las luces de la estación de servicio, mi auto estacionado en la playa junto al surtidor, pero no había nada, sólo una densa oscuridad. El sobresalto pasó derrepente y me sobrevino una paz increible. A la mierda Ana, a la mierda los quilombos. Tomé la grapa Mariposa. Me pareció un elixir, un nectar de las ninfas. Me quedé así largo rato en silencio. A mi me pareció toda una eternidad.
martes, 27 de enero de 2009
Erdosaín y todos los locos
viernes, 23 de enero de 2009
Creación Literaria
¿Por qué razón alguien recurre a la creación literaria? ¿Es ésta una vocación?
Muchas veces surge la pregunta desde todas las posiciones, desde el escritor y desde el que no comprende el afán por la escritura. Pregunta que tiene múltiples respuestas, tantas como los motivos que impulsan hacia la escritura o la lectura. No podemos dar con la verdad pero si podemos asugurar una cosa: es mentira que esto sea un pasatiempo, está mucho más cerca de una obsesión, una necesidad que de un hobie.
El escritor transforma la realidad desagradable, ¿para cambiarla en su fantasía, en el papel escrito? ¿Para hablar de otra realidad, la del inconsciente que surge así vehiculizado por la metáfora?.. así es, estas y otras transformaciones se operan en el proceso de la escritura donde se intenta decir algo del sujeto que la efectúa. Mediante la sublimación, cuando la pulsión en su recorrido produce una novación, le otorga al objeto la dignidad de la Cosa ¿Qué significa la dignidad de la Cosa? Que ella también es un fin en si mismo…
En un tiempo de estructuración subjetiva, cuando la separación entre el sujeto y el Otro todavía no se ha dado totalmente, la creación literaria facilita el ritmo simbólico, permitiéndole desarrollar su propio estilo, sus fonemas.
La humanidad, a través de sus creadores, ha dejado su propia traza, su mano rupestre, su jeroglífico, su cápsula de tiempo, su mensaje hacia a las estrellas. Presentifica la eternidad en su obra, en un tiempo singular, tiempo que habla de otro tiempo: aquel relativo, el mítico de sus comienzos como sujeto».
La escritura, amigos, es una forma de vivir, de pensar y sentir las cosas, ir más allá del límite "normal de las imágenes. Las cosas suceden cotidianamente a diario, el escritor ve lo que se encuentra por detrás de lo que está sucediendo, esos detalles que definen una situación.
miércoles, 21 de enero de 2009
psicoanálisis y literatura
Psicoanálisis y Literatura:
Luego del cuento sobre las relaciones meteorológicas vamos a leer este divague y veremos que cada vez que se suspenda algún ruido notaremos su ausencia... algo hemos perdido: Por el lado de la inocencia.
Son por todos conocidas las intimas conexiones existentes entre el psicoanálisis y la literatura, siendo “la palabra” la unidad morfológica de ambas. A decir de Lacan <> y este inconsciente se encuentra en el punto de ruptura de las leyes gramaticales. Está ahí, constituido como un jeroglífico, un mensaje cifrado. La dimensión del significante, que es una medida del decir, convierte al sujeto en responsable de lo que dice, lo contrario a este movimiento es aportar palabras para adormecerse.
Los libros son mares de palabras con infinitas posibilidades de combinación. Sumergirse en los laberintos del inconsciente o en las profundidades de las letras, nos hace perder la inocencia sobre las cosas.
Hay ciertos textos que nos hacen precipitar la ingenuidad, es decir que después de haberlos leído, no podemos repasar de la misma manera los textos futuros. Por ejemplo práctico e ilustrativo podríamos decir que luego de leer ciertos autores, nos resulta dificultoso no notar la ausencia de magia en otros. Percibimos un escozor que nos patea las tripas desde dentro, señal que falta poesía en los últimos.
Es aquí donde se juntan estos mundos, aparentemente distantes para los que lo observan con cierta inocencia, el psicoanálisis y la literatura, ya que una vez transitado por ciertos descubrimientos perdemos la ingenuidad y percibimos las cosas en función de nuestro deseo.
El Psicoanálisis es una hipnosis al revés. Es un proceso en el que se toma la tendencia a hacer transferencia del analizante (a hipnotizarse), para que despierte, no para dormirlo mejor, es en este despertar que la pérdida es de inocencia. Es en esta confianza en la palabra de la que sólo se obtiene el conocimiento.
La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo pase a ser paciente, cambiando su actitud frente a la enfermedad. Por lo común se ha contentado con lamentarse de ella, despreciarla como algo sin sentido, aplicando la política del avestruz. Para la cura, desde luego, eso no sirve. Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad, esto sucede al mismo tiempo que se constituye la subjetividad y es en el terreno de la individualidad que se libra ésta experiencia.
En las letras nos topamos, (muy de vez en cuando) con ideas originales, señal de una mente excepcional que logró combinaciones con un sentido estético novedoso, muestras que se desarrollan en el campo de la subjetividad, la del que escribe y la del que lee. Vivir no es más que hacer palabras con lo que nos pasa.
Pecaríamos de incautos si no señalásemos que éste concepto de pérdida de la ingenuidad está presente desde los principios del pensamiento filosófico, 400 años antes de Cristo, en el mundo de las ideas de Platón, quién señala que comenzamos estando dormidos, en el olvido de nosotros mismos, de modo impersonal, desconociendo que la verdad se esconde tras un mundo de sombras. Platón se vale de una alegoría para dar forma a ésta teoría: “La alegoría de la caverna” donde se pone de manifiesto la ingenuidad que se pierde luego de ciertos descubrimientos y la imposibilidad de retorno a la visión anterior. Esto mismo sucede en el psicoanálisis y en la literatura, en mayor y menor grado respectivamente.
Finalmente recordemos ésta frase de Gabriel García Márquez que nos ilustra al respecto: “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos” de “El amor en los tiempos de cólera”.
Lic. Andrés R. Luetto. – Psicólogo-
Noviembre de 2005-
martes, 20 de enero de 2009
Primer entrega (jajaja)
Cuentos para no dormirse
: “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde”. Esta frase me encanta y creo que refleja la esencia misma de la literatura... Yo, no creo tener la capacidad de poner los puntos en el lugar que corresponde pero lo seguiré intentando.
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No te pases de vivo!!!
Decidí ser escritor, y lo primero que supe fue que pasaría mucho tiempo viviendo y escribiendo sin poder plasmar una frase que se aproxime un poco a lo que quiero decir.
También supe que de las millones de palabras que leería, quedarían miles para escribir y cientos que pasarían las sucesivas correcciones, de las que sólo diez me gusten y ni siquiera una me convencería verdaderamente de su sentido… entretanto deshecho manuscritos inservibles y disfruto gastando las teclas de mi computadora, a medio camino de la locura, soñando con publicar algo.
los que entraron por error y salieron corriendo son:
confundidos
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mentiras piadosas

- andres
- Bariloche, Rio Negro, Argentina
- despelotado, constante(casi cansador) impulsivo, politicamente incorrecto y me estoy quedando pelado (Te sirve???)